De la dispersión a la atención, por Javier Melloni

En este breve fragmento de su libro De aquí a Aquí, Javier Melloni describe con ingenio, basándose en los textos originarios de diversas tradiciones espirituales, la tendencia del ser humano a verse abrumado por las circunstancias y, por ende, a habitar frecuentemente en la dispersión. Sin embargo, esta tendencia puede ser reconducida hacia su contrario, la atención, cuyos beneficios se hacen palpables para cualquiera que se adentre en el desarrollo de su práctica.

Somos existencia distraída. Así es dicho varias veces en el Corán, donde se nos considera seres precipitados: «El ser humano ha sido creado como un ser agitado, siempre con prisas» (Corán 21, 37); «ha sido creado con inquietudes, con muchos temores y poca paciencia; con mucha ansiedad cuando le circunda la adversidad» (Corán 70, 19‐20). Todavía insiste: «Os gusta ir deprisa, superficialmente» (Corán 75, 20). La Voz advertía al mismo Muhammad que no se atolondrara, que no corriera recitando el Corán, queriendo transmitir aceleradamente lo que se le había dicho durante su retiro en las cuevas de Hira: «Cuando recites el Corán, no muevas agitadamente la lengua para ir con prisas transmitiendo este texto sagrado. Yo [la Voz] soy el responsable de ir agrupando sus partes y de ir recitando sus versículos» (Corán 75, 16‐17).

Habitar en el desierto como Muhammad y su gente no fue garantía de atención, ni lo fue vivir en otras épocas aparentemente más calmadas que la nuestra.

El ser humano ha estado siempre expuesto a la agitación. Esta inquietud y dispersión provienen de nuestra falta de arraigo interior. Todas las tradiciones espirituales tratan de serenarnos y centrarnos en lo Esencial.

En el budismo Theravada, sati [1] es el término pali que se utiliza para referirse a la disposición atenta y receptiva a cada momento. Ha sido traducido en inglés como mindfulness y en castellano como «consciencia plena» o «atención plena», y cada vez más forma parte del vocabulario común, aunque con el peligro de devaluarse y convertirse en un objeto de consumo de nuestra Aldea global. Se trata de una facultad espiritual y psicológica (indriya) muy exigente que constituye una parte esencial de la práctica budista. Satipatthana sería propiamente el método de la atención establecido por el Buda. En las descripciones del satipatthana, dos son las expresiones que se repiten constantemente: sati (atención plena) y sampajañña (comprensión clara). Es uno de los siete factores para alcanzar la iluminación. Los otros seis son: la indagación (dhamma vicaya); la energía (viriá); la alegría (piti); la tranquilidad (passaddhi); la concentración (samādhi) y la ecuanimidad (upekkha). Estamos ante una constelación de actitudes y disposiciones que muestran la complejidad y la riqueza del camino. A su vez, la conciencia o meditación correcta [2] es el séptimo elemento del Noble Óctuple Sendero, una práctica que engendra vipassana («comprensión correcta») y prajña («sabiduría»).

Notas:

  1. Smṛti en sánscrito.

  2. En pali: Samma-sati; en sánscrito: samyak-smṛti, literalmente, «memoria».

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