Los temas básicos de la leyenda del Grial según una perspectiva psicoanalista

Jean Shinoda Bolen explora en Viaje a Avalon la leyenda del Grial para darle un significado acorde con la tradición psicoanalista. Para ello, comparte también un fragmento de su obra El tao de la psicología.

Aunque existan diferentes versiones de la leyenda del Grial, la historia básica puede resumirse del siguiente modo:

El Grial es un misterioso objeto (puede ser una copa, un plato hondo, una piedra o una joya) por el cual merece la pena abandonarlo todo y partir en su busca. Se encuentra en un castillo escondido donde vive el Rey Pescador. El rey tiene una herida incurable y su reino es una extensión de tierra baldía. Sólo se curará y su reino recuperará el esplendor perdido si un caballero encuentra el castillo y, al ver el Grial y al rey herido, formula una pregunta muy concreta, que normalmente suele ser «¿A quién sirve el Grial?» o «¿Qué os aflige?». Si no formula la pregunta, el castillo se desvanecerá y el caballero deberá volver a iniciar su búsqueda desde el principio. Si vuelve a encontrar el castillo y formula la pregunta adecuada, el rey se curará y su reino volverá a ser verde y fértil.

Normalmente se considera que el Grial es una copa sagrada: el cáliz que Jesús utilizó en la Ultima Cena o, en otra versión, el cáliz donde se recogió parte de la sangre que brotó de su herida en el costado mientras estaba en la cruz. Según se dice, José de Arimatea (quien supuestamente fundó la primera iglesia de Gran Bretaña en Glastonbury) trajo el Grial desde Tierra Santa y después se perdió. La imagen de una copa sagrada ya existía en la mitología celta y druídica precristiana en forma del Caldero de la Diosa, que proporcionaba renacimiento, inspiración y abundancia.

En la múltiples versiones, sólo tres de los muchos caballeros que parten de Camelot en busca del Grial consiguen verlo: Galahad, Perceval (Parsifal) y Bors. Galahad, el caballero puro, encuentra el Grial y abandona la tierra en un rapto de éxtasis; Perceval, el inocente, regresa al castillo del Grial y se convierte en el nuevo rey y guardián del Grial; Bors, el hombre corriente, regresa a Camelot y cuenta la historia.

En The Grail Quest for the Eternal (La búsqueda del Grial y la eternidad), John Matthews comenta que los tres caballeros «representan tres formas diferentes de enfocar el misterio». A Galahad se le reserva la vía del espíritu, de la comunión directa con la divinidad; a Perceval le corresponde la vía de la dedicación, del corazón, que implica la necesidad de recorrer un largo y duro camino hacia la autocomprensión; y a Bors, quien observa los acontecimientos pero se mantiene un poco alejado de ellos, le corresponde la vía de la contemplación, de la mente.

En mi libro The Tao of Psychology (El tao de la psicología), yo misma escribí sobre el Grial. En la época en que escribí este libro compartía la misma perspectiva espiritual y mística cristiana que caracteriza a la leyenda del Grial, y añadí una interpretación psicológica con la intención de ayudar a los hombres y mujeres que tienen éxito en la vida pero interiormente se sienten vacíos.

La gente busca ayuda psiquiátrica al experimentar síntomas de depresión, ansiedad y otras enfermedades mentales mucho más graves. Los síntomas suelen ser claros y la gente responde bien a la psicoterapia, pero he observado repetidamente que mis pacientes también necesitan que su vida tenga sentido.

Me gustaría extraer un largo pasaje de El Tao de la psicología porque considero que explica bastante bien esta búsqueda de sentido.

Existe un país desolado, una tierra baldía, donde el ganado no se reproduce, las cosechas no prosperan, los caballeros mueren, los niños se convierten en huérfanos, las doncellas lloran y el dolor y la aflicción reinan en todo el país. Los problemas del país tienen su origen en el malherido Rey Pescador, quien sufre terriblemente porque su herida no se curará jamás. El Grial está en su castillo, pero el rey no puede tocarlo ni conseguir que le cure hasta que, según la profecía, un joven inocente llegue a la corte y formule la pregunta: «¿A quién sirve el Grial?». El Grial es la legendaria copa que Jesús utilizó durante la Última Cena y es un símbolo de Cristo o el Yo (tanto Cristo como el Yo describen algo que supera los límites de lo humano o del ego, algo que es divino, espiritual, reconciliador y da sentido).

Si el gobernante del país, el ego, pudiera ser tocado por el Grial y experimentar la espiritualidad del Yo o del Cristo interior, tendría poder para curarlo. Cuando la herida del rey se curara, el país también recuperaría la alegría y la fertilidad. La herida puede simbolizar la situación del ego, que ha perdido el contacto con el Yo. La separación es una herida que nunca se cura y causa un terrible dolor en forma de ansiedad y depresión crónicas y persistentes.

La herida del Rey Pescador es el problema psicológico de la época moderna. En una sociedad competitiva y materialista, donde prevalece el cinismo hacia los valores espirituales y ningún pensamiento científico ni psicológico concede importancia al reino del espíritu, los individuos se sienten solos e insignificantes. Buscando intimidad sexual para curar la soledad o adoptando una actitud enérgica para no sentirnos insignificantes no conseguiremos curar nuestra herida. Cuando el ego pierde el contacto con el Yo o, en otras palabras, cuando a un individuo le falta la sensación interna de estar en contacto con Dios o formar parte del Tao, entonces la persona sufre una herida que experimenta en forma de intensa, persistente y creciente inseguridad.

Todas la maniobras defensivas a las que podamos recurrir para sentirnos mejor, desde fumar hasta acumular poder, serán esfuerzos inútiles. El narcisismo de la época actual parece estar alimentado por el sentimiento de carecer de alimento emocional o espiritual, que forma parte de la misma herida. Una persona con una herida de este tipo busca la novedad, la emoción, poder o prestigio para compensar la falta de felicidad y paz interiores. La depresión y la ira crónica se esconden bajo la imagen que el individuo muestra al mundo. De nuevo, esto es consecuencia de la herida, de que el ego haya perdido el contacto con el Yo. Esta herida destruye la capacidad de dar y recibir amor. Emocionalmente prevalece la escasez sobre la abundancia, reprimiéndose así la generosidad, compasión, esperanza y voluntad de ayudar a los demás, y la felicidad y el crecimiento interior resultan imposibles de alcanzar.

Para devolver la vida a la tierra baldía, el Rey Pescador debe curarse. Esta premisa puede compararse con el principio psicológico de la psique que el ego utiliza para determinar un valor y tomar decisiones. Para muchos individuos, y para nuestra cultura en general, el pensamiento racional o científico es el principio que gobierna todo. En la leyenda del Grial, existe una falta de conexión con el cáliz de la comunión espiritual, gracias al cual se podría recuperar la salud y la vitalidad. La herida que no se curará es el resultado de la falta de una conexión imprescindible para el bienestar. La desconexión del Rey con respecto al Grial es la racionalista desconexión de la espiritualidad, la separación entre el pensamiento y la intuición, entre la personalidad lineal propensa a padecer ataques al corazón y todo aquello que no es racional y da sentido.

El Rey no podrá ser curado por el Grial hasta que un joven inocente (que en algunos casos se describe como «tonto») entre en escena. Mientras siga prevaleciendo el «principio gobernante», que en este caso es el pensamiento racional, la herida seguirá estando abierta hasta que un nuevo elemento penetre en la situación psicológica. Es posible que sólo el elemento joven e inocente de la psique (que desde la perspectiva del pensamiento racional se consideraría el elemento «tonto») pueda experimentar las maravillas del Grial, un símbolo de Cristo, y pueda formular preguntas sobre el sentido, que podrán conducir a la restauración de la conexión entre ego y el Yo. Entonces el paisaje interior que había sido una tierra baldía o un yermo desierto podrá recuperar su esplendor y fertilidad a medida que la personalidad recupere la espiritualidad, los elementos irracionales en conexión con la capa simbólica del inconsciente.

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