Los peligros del individualismo excesivo

Como explican Christophe André y Rébecca Shankland en Elogio de la interdependencia, el individualismo considerado en exceso puede conllevar múltiples problemas y afectar nuestra relación con los demás de forma negativa.

Compartimos el fragmento del libro en el que hablan de cómo han crecido las llamadas sociedades individualistas en las últimas décadas y de cómo podemos entender el individualismo de manera sana.

La sociedad en la que vivimos valora la independencia, la libre expresión de uno mismo y la singularidad de cada persona. Los investigadores han demostrado que los valores individualistas están avanzando a nivel mundial. Así, en 2017, un estudio realizado en setenta y ocho países mostró un aumento general del individualismo de alrededor del 12%, en el conjunto de todas las sociedades estudiadas desde 1960.[1] Este índice se midió a partir de los comportamientos descritos y de valores expresados. Los comportamientos considerados como indicadores de individualismo se han tenido en cuenta identificando el número de personas por vivienda, el número de personas que viven solas y la proporción entre el número de matrimonios y divorcios. Los valores se midieron pidiendo a los participantes que determinarán cuán importante era para ellos transmitir el valor «independencia» a sus hijos y la libertad de elegir su propia expresión individual. Las llamadas sociedades individualistas difieren en este aspecto de las llamadas sociedades colectivistas, en las que la capacidad de conformarse y mezclarse con el grupo se recomienda encarecidamente.[2]

En Estados Unidos, por ejemplo, en los últimos años, se puede ver que los nombres de pila que son raros o incluso únicos se están utilizando cada vez más. ¿La razón? Fortalecer la singularidad del niño.[3] De manera similar, en las oficinas estadounidenses, los investigadores han medido un aumento del uso de palabras que hacen referencia a valores individualistas como «yo, mi, único», en oposición al uso de términos relacionados con los valores colectivos como «juntos, obediencia y pertenencia».[4]

El individualismo a veces tiene mala prensa debido al acercamiento precipitado entre el individualismo y el egoísmo, cuando también se refiere a la idea de la autodeterminación: todas las personas pueden elegir la dirección en que desean avanzar, y ello independientemente de las elecciones ajenas, y sobre todo de los familiares.

El individualismo concede más espacio a la elección personal, a la expresión de los deseos y la consideración de sus propias necesidades, lo que puede sugerir un gran egocentrismo y, por lo tanto, más egoísmo.

Sin embargo, en las llamadas sociedades individualistas, las personas tienen en cuenta la ayuda mutua, dependiendo de los valores sociales, pero también por elección personal. Como ejemplo, los investigadores han demostrado que hay un mayor énfasis en la importancia de las relaciones extrafamiliares en las llamadas sociedades individualistas, pues son relaciones que se tejen porque se ha elegido hacerlo y porque pueden favorecer el desarrollo mutuo.

Individualismo no significa, pues, olvidarse de los demás o el aislamiento social, sino que indica que en las elecciones que se realizan se está prestando más atención a las necesidades personales.

No hace falta decir que la idea de considerar a cada persona como totalmente autónoma y separada de las demás encuentra su límite en el hecho de que rara vez es posible tomar decisiones sin que afecten a otras personas. Por lo tanto, es útil distinguir dos niveles de individualismo: el nivel «macro», es decir, el nivel de la sociedad que defiende valores como la independencia y la libre expresión de las propias elecciones, y el nivel «micro», que se refiere a los valores de una persona que es la creadora de un comportamiento más o menos individualista.

A nivel macro, los investigadores están interesados en las tendencias generales de la población cuyos valores y objetivos están más orientados hacia lo individual que hacia lo colectivo. A nivel micro, incluso en una sociedad individualista, los valores y objetivos de una persona varían dependiendo de la educación recibida, el contexto o la relación en cuestión.

Por ejemplo, para los adultos que se convierten en padres o madres, el bienestar de los niños es una prioridad, y generalmente le dedican la mayoría de sus esfuerzos y recursos, eclipsando sus objetivos personales.

No sacrificar lo individual por lo colectivo... ¡Y no sacrificar lo colectivo por lo individual!

En la relación con los familiares, la capacidad de pensar en los objetivos colectivos y no descuidarlos ayuda a consolidar el vínculo de confianza, la ayuda mutua y, por tanto, el bienestar individual y colectivo. Sin embargo, tener demasiado en cuenta los objetivos colectivos en detrimento de las necesidades propias también puede llevar al agotamiento si se carece de oportunidades para recargar las baterías.[5]

¿Cómo hallar un equilibrio entre la atención que debemos prestarnos a nosotros mismos y la dirigida a los demás?

Las relaciones sociales, para ser bien vividas, requieren de un buen equilibrio entre el respeto a las necesidades propias y el respeto a las necesidades de los demás. Incluso en las parejas más unidas existen tensiones vinculadas a los conflictos de intereses: las motivaciones personales y las que tienen que ver con los proyectos de la pareja pueden entrar en conflicto.[6]

La negociación y los compromisos necesarios en una relación ilustran la dimensión de riesgo de interdependencia.[7] En situaciones en las que los intereses divergen, al elegir actuar por o en nombre de otros, podemos estar arriesgándonos a no satisfacer nuestras propias necesidades. Hay gente que habla de «sacrificio». Este tira y afloja entre las motivaciones individuales y las colectivas resulta más pronunciado en las sociedades llamadas «individualistas» debido al fomento de una vida cada vez más independiente, donde todo el mundo sería capaz de «realizarse a sí mismo».

Sin embargo, es muy raro poder seguir las aspiraciones personales sin que estas interfieran en las de los otros. Por consiguiente, es importante buscar formas de relación que promuevan una interdependencia constructiva, que permita perseguir los propios objetivos de la mejor manera posible, teniendo en cuenta las necesidades de los demás.

Desde hace más de cincuenta años, los investigadores se han interesado por la cuestión de cómo nos relacionamos con este fenómeno de interdependencia[8]. A lo largo de la lectura de Elogio de la Interdependencia, veremos cómo nuestra visión de las relaciones con los demás puede afectar la forma en que interactuamos con ellos, y cómo estas interacciones afectan a su vez a nuestro bienestar y al de los otros. Nos centraremos primero en los procesos que alientan el apego humano, informados por las investigaciones actuales, y luego en los procesos que promueven comportamientos altruistas adaptados a las necesidades de los implicados en una relación. En una tercera sección, exploraremos las condiciones que promueven las relaciones constructivas. Finalmente, concluiremos con los cursos de acción inspirados por la investigación que permiten cultivar relaciones positivas duraderas.

Notas

  1. Santos, H.; Varnum, M.E. y Grossmann, I. «Global increases in individualism». 2017, http://doi.org/10.1177/0956797617700622

  2. Markus, H. R. y Kitayama, S. «Culture and the self: Implications for cognition, emotion, and motivation». Psychological Review, 98 (2), 1991, págs. 224-253.

  3. Twenge, J.M.; Dawson, L. y Campbell,W. K. «Still standing out: Children’s names in the United States during the Great Recession and correlations with economic indicators». Journal of Applied Social Psycho- logy, 46, 2016, págs. 663-670.

  4. Greenfield, P. M. «The changing psychology of culture from 1800 through 2000». Psychological Science, 24, 2013, págs. 1.722-1.731.

  5. Mikolajczak, M. y Roskam, I. Le Burn-Out parental. Odile Jacob, París, 2017.

  6. Kelley, H.H.; Holmes, J.G.; Kerr, N.L.; Reis, H.T.; Rusbult, C.E. y Van Lange, P.A.M. An Atlas of Interpersonal Situations. Cambridge University Press, Cambridge, 2003.

  7. Murray, S.L.; Holmes, J.G. y Collins, N.L. «Optimizing assurance: The risk regulation system in relationships». Psychological Bulletin, 132 (5), 2006, págs. 641-666.

  8. Kelley, H.H. y Thibaut, J.W. «Interpersonal relations: A theory of interdependence». Wiley Interscience, Nueva York, 1978.

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