Entrevista con Juan Arnau: una aproximación a su pensamiento e ideas
Hablamos con el filósofo Juan Arnau sobre el pensamiento que conecta Oriente y Occidente y más
A través de experiencias personales y una sólida formación, Juan Arnau nos comparte su visión sobre cómo las enseñanzas budistas y hindúes han influido en su camino, conectando ideas y conceptos de diferentes culturas. Esta conversación explora temas como la percepción del tiempo, la unidad de todas las cosas y la idea de un universo que, a pesar de los desafíos, sigue siendo un buen lugar para vivir. Acompáñanos en este recorrido de reflexión, donde cada palabra invita a cuestionar, aprender y conectar con lo más profundo de nuestra existencia. Puedes ver la entrevista completa en nuestro canal de YouTube.
¿Qué representa la figura de Salvador Pániker en el panorama intelectual español?
Salvador es una persona que introdujo el pensamiento de la India, el taoísmo y, en general, el pensamiento oriental en el debate filosófico popular español en una época en la que apenas había personas que leyeran o conocieran estas otras corrientes filosóficas. Para la España de los años 80 y 90, esto representaba tanto una novedad como una necesidad, ya que era importante que el ambiente filosófico español pudiera dialogar con tradiciones que trascendieran las occidentales europeas, como la filosofía griega, latina, etc.
Yo, en principio, lo descubrí por casualidad. Recuerdo que, tras mi primera estancia larga en la India, perdí un tren y entré en una librería cerca de la estación. Estaba buscando un libro de Raimundo, su hermano, y, como se llamaban igual, en la estantería encontré uno de Salvador titulado Segunda memoria. En él relata una gran crisis que tuvo, creo que en los años 60, cuando estuvo a punto de suicidarse en un hotel. Describe una profunda depresión en la que se sentía completamente desconectado.
En ese momento, yo también atravesaba una etapa crítica en mi vida. Había vuelto de la India y no tenía claro qué rumbo tomar. Leí ese libro durante el trayecto de tren de Valencia a Madrid, que entonces duraba más de tres horas, y conecté profundamente con su contenido. Fue, en cierto modo, una casualidad. Me atrajo especialmente su idea de que no se trata de que Occidente se convierta a Oriente ni que Oriente se convierta a Occidente, sino de que ambas civilizaciones y cosmovisiones, tan distintas entre sí, puedan ejercer una influencia correctiva mutua.
¿Juan Arnau escribe a la contra de algo?
Juan Arnau siempre escribe a favor; lo que ocurre es que tiene sus propias elecciones. De hecho, yo escribo habitualmente en El País y, cuando me encargan la reseña de un libro que no me gusta, simplemente no la hago. Entiendo que hay críticos cuya labor es precisamente la de cribar, pero yo no voy a participar en destruir la carrera de un autor solo porque un libro suyo no me haya gustado. Otra cosa son las grandes estrellas, los grandes pensadores dominantes de nuestra época.
En su momento, me planteé escribir contra un libro de Harari que me pareció pornográfico, pero el enfado me duró poco. Apenas había escrito dos párrafos cuando decidí que no lo haría. Prefiero escribir a favor.
¿Cree que hay conexiones entre México e India?
México está más cerca de la India que España. Comparten elementos como la comida, el trasfondo de una cultura indígena y una visión del mundo en la que todo está lleno de vida. Esta perspectiva es muy propia tanto de las tradiciones indígenas mexicanas como de la India.
Octavio Paz explicaba esto muy bien en su libro Conjunciones y disyunciones, donde analiza las similitudes y diferencias entre México y la India. Una de las principales diferencias es que México tiene un pasado cristiano que la India no comparte. Esa mezcla de influencias hace que México sea, en cierto modo, un punto intermedio.
Si alguien quiere acercarse a la India, un buen primer paso sería ir a México y luego a la India. Mentalmente, la India está muy lejos de nosotros.
¿Cuáles serían los tres mejores textos desarrollados en la India?
Yo diría las Upanisad en primer lugar. En segundo lugar, la Bhagavad Gītā, aunque estos dos podrían intercambiarse. También incluiría alguna de las biografías de Buda: la Lalitavistara, el Buddhacarita o el Mahāvastu, es decir, una de estas tres.
¿Hay algun fragmento de estos textos al que vuelves recurrentemente?
Más que un fragmento, diría una idea. Hay una que me gusta mucho y que he trabajado recientemente en un libro que sale en noviembre, La meditación soleada. Se trata de la idea de que uno debe hacer las cosas como si no fuera uno mismo quien las hiciera, sino como si algo o alguien actuara a través de uno. Además, hay que realizarlas sin apego a los frutos de la acción. Para mí, esta es la idea central de la Bhagavad Gītā.
Yo la aplico incluso a la percepción misma. Cuando te veo a ti o contemplo este hermoso pino, es como si algo, a través de mí, estuviera viendo el pino. En ese instante de atención plena, hay un regreso al origen mismo del cosmos, al primer acto de percepción. Es una idea profundamente hermosa. Aunque implícita en muchas tradiciones, en la Bhagavad Gītāse expresa de forma muy clara: alguien percibe a través nuestro, alguien poetiza a través nuestro, alguien actúa a través nuestro.
Esta noción de que no somos los únicos sujetos de nuestras acciones también aparece en Jung, en la teoría del inconsciente colectivo, y en muchas otras tradiciones.
¿Cómo dialogan la inteligencia científica, filosófica y literaria de Juan Arnau?
Para mí, mi formación como historiador de la ciencia es muy importante. Pasé cinco años en el CSIC investigando en este campo y tengo una tradición dentro de la historia de la ciencia que podría resumirse en cinco nombres clave: Karl Popper, Thomas Kuhn, Paul Feyerabend, Henryk Skolimowski, Niels Bohr y Bruno Latour. Creo que con ellos cubro a los más importantes. Explicar esto en detalle llevaría tiempo, pero en esencia, estos autores me han dado una visión crítica de la ciencia, una historia de la ciencia que no es meramente celebratoria.
Por otro lado, el budismo Mahayana ha sido fundamental en mi formación intelectual. También lo han sido toda la tradición de las Upaniṣad y la tradición del Sāṃkhya. Además, hay cuatro o cinco pensadores occidentales que considero clave y sobre los que he escrito: George Berkeley, Leibniz, Heráclito y Plotino.
En conjunto, mi pensamiento se forma a partir de la tradición budista, el Sāṃkhya, la filosofía de la ciencia y estos filósofos occidentales.
Esta visión es muy propia de la India y, en general, de las culturas indígenas. Es una idea que también aparece en el Timeode Platón, donde se dice que el universo es un gran animal, nosotros somos animales que habitamos dentro de él y, a su vez, dentro de nosotros viven otros animales.
¿La idea del tiempo mecánico de Newton es ciencia, mito o las dos cosas?
El tiempo newtoniano, es decir, el tiempo objetivo, el tiempo de los relojes, fue explicado muy bien por Bergson. Él decía que los relojes solo miden otros relojes. Esta es una experiencia que todos hemos vivido: cuando vas de excursión a la montaña y te diriges en coche a un lugar desconocido, el viaje de ida siempre se siente más largo que el de vuelta. Si lo mides con un reloj, tal vez ambos trayectos duren exactamente 47 minutos, pero Bergson afirmaba que el tiempo real no es el del reloj, sino el de la conciencia. Si el viaje de ida se sintió más largo, entonces realmente lo fue, porque el tiempo real es el tiempo vivido.
Aquí volvemos a conectar con la idea del universo como organismo. Aunque los relojes indiquen que ambos trayectos duraron lo mismo, la experiencia nos dice lo contrario, y esa es la medida más auténtica del tiempo.
He tenido la suerte de seguir una trayectoria bastante libre, guiado por el instinto y el corazón, investigando los temas que realmente me interesaban. Aunque en ocasiones he participado en debates, especialmente con científicos que defienden una visión mecanicista newtoniana, en general no me gustan los debates. Coincido con Emerson en que nadie convence a nadie de nada. No me interesa persuadir a los demás, sino hacer mi trabajo de manera creativa, sin estar en contra de nadie.
¿Tu divulgación del budismo a quién va dirigida?
Yo no lo llamaría divulgación, lo llamaría investigación sobre el budismo. Hice mi tesis doctoral sobre un texto budista sánscrito, el Mūlamadhyamakakārikā de Nāgārjuna, y luego he trabajado otros textos importantes de la filosofía del Mahāyāna. Creo que el budismo ahora es muy conocido y tiene muchos seguidores en Occidente, pero cuando empecé a trabajar en esto no era tan popular. Hacía falta poner sobre la mesa otras tradiciones de pensamiento que pudieran ayudarnos no solo en nuestro día a día, sino en nuestra cosmovisión. En ese sentido, creo que hizo falta ese trabajo, y como mencionamos antes, Salvador P. fue uno de los primeros, sobre todo con su proyecto editorial. Era necesario traer esos otros mundos aquí para que la persona común pudiera dialogar con ellos.
En este sentido, por ejemplo, el libro Antropología del Budismo es un trabajo serio que se publicó en Cairos en 2005, si no me equivoco, o 2006. Ya va a cumplir casi 20 años. Se ha reeditado y se le ha cambiado la cubierta, pero sigue siendo un trabajo de investigación muy serio. Es un esfuerzo por sintetizar el pensamiento budista y mostrar cómo acercarse a él con cierto rigor.
¿Cuán importante es la experiencia personal en la formación?
Hombre, la experiencia personal lo es todo para mí, lo es todo. Es decir, he tenido varias experiencias. Esto lo hablaba mucho con mi maestro, con Luis Gómez. Pequeños samādhi... tuve uno en Chicago, junto siempre al agua; tuve otro en Suiza siendo muy joven. Experiencias de totalidad. No me gustaría hablar de experiencias psicodélicas, que es otro tema, a parte quizás.
Donde ocurren dos cosas: una, esa sensación de la unidad de todas las cosas, que he tenido tres veces en mi vida, tres experiencias de estas poderosas; y otra, que esto para mí es muy importante y me gustaría con esto cerrar esta conversación: esta idea, esta sensación de que el universo es un buen lugar. No importa hacia dónde vaya nuestra civilización, no importa los desastres que sobrevengan, el universo sigue siendo un buen lugar. Es un buen lugar para estar.
Si esta reflexión han resonado contigo, te invitamos a explorar más a fondo el pensamiento y la sabiduría del autor a través de sus libros. Una oportunidad para seguir profundizando en su visión única del mundo.
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