Cuatro actividades que favorecen la neuroplasticidad
¿Qué nos ayuda a tener un cerebro más sano, ágil, flexible y con mayor neuroplasticidad? Responden de la mano de la ciencia Alexia de la Morena y Gemma Sala Grau en este fragmento de su libro Secretos de tu cerebro.
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1. La meditación o el mindfulness
Los cambios neuroplásticos no solo se refieren a alteraciones estructurales, como hemos visto con los taxistas de Londres, sino que también se pueden observar cambios en el funcionamiento cerebral, por ejemplo en lo que se denomina la experiencia mental (las emociones, la regulación emocional) y en los estados corporales, como la respuesta al estrés o la función inmunitaria. El neurocientífico Richard J. Davidson, fundador del Centro para la Investigación de Mentes Saludables de la Universidad de Wisconsin, estudia cómo la meditación provoca cambios significativos estructurales y funcionales en el cerebro en áreas asociadas con el bienestar y la felicidad.
La evidencia científica constata, además, que un entrenamiento sistemático y regular puede mejorar el funcionamiento de nuestro organismo y de nuestro cerebro.
2. Dormir bien
A lo largo de un período de vida de 85 años, un individuo duerme casi 250.000 horas o el equivalente a más de 10.000 días completos. Mientras dormimos se restaura el tejido (Adam & Oswald, 1977), se activan los genes implicados en la creación de precursores de oligodendrocitos o mielina (Bellesi, 2013) y se estabiliza e integra la memoria (Scullin, 2015).
Un estudio de la NASA (Rosekind, 1995) demostró que una siesta de 26 minutos mejora el desempeño en un 34% y la atención, un 54%. Una siesta de 60 minutos mejoró la atención durante 10 horas.
3. Hacer ejercicio físico
El ejercicio aeróbico en los adultos se asocia con un aumento de producción del factor neurotrófico (BDNF, Brain Derived Neurotrophic Factor) que apoya a las neuronas que ya existen y estimula su neurogénesis. El BDNF se asocia con el aprendizaje, la memoria y el pensamiento (Voss, 2013; Gomez-Padia, 2008).
En un estudio que se realizó, comprobaron que los niveles de BDNF aumentaron significativamente después de 2‐3 minutos de carreras cortas, en comparación con el sedentarismo o realizar ejercicio moderado. Los participantes mostraron un aumento del 20% en la velocidad de recuerdo de palabras inmediatamente después de realizar ejercicio intenso (Winter, 2007).
En otro estudio con adolescentes, se obtuvo que un descanso haciendo ejercicio aeróbico durante 30 minutos resultó en una mejora significativa en una tarea que requería atención, en comparación con un descanso de solo 5 minutos (Kubesch, 2009).
4. Practicar habilidades
Un buen ejemplo ya lo hemos visto con el hipocampo posterior (centro de la memoria visual‐espacial) de los conductores de taxi de Londres que demostró que aumenta con años de experiencia (Maguire et al.; Woollett et al., 2009). Otro estudio realizado con adultos que asistieron a un curso de malabarismo mostró cambios detectables en la estructura del cerebro en 3 meses (Draganski et al., 2004).