Práctica contemplativa y meditación guiada de Pilar Aguilera (Día 12): Tu mente es un jardín

En estos momentos de incertidumbre en los que es necesario el recogimiento, la autora Pilar Aguilera comparte una serie de prácticas contemplativas diarias diseñadas expresamente para ayudarte a generar solidez, frescura y presencia en el día a día del hogar.

  • La práctica meditativa consiste en la escucha de la meditación y la lectura y reflexión del texto que sigue en este artículo, inspirado en su libro El despertar de tu presencia.

Escuchar meditación

Esta meditación nos invita a profundizar en la contemplación de nuestra mente, fértil y abundante, como si de un jardín se tratara. El meditador se convierte en jardinero de su propia mente al reconocer, sembrar, abonar, regar y disfrutar de su campo de cultivo con dedicación y diligencia.

Para el maestro zen Thich Nhat Hanh, somos jardineros de nuestra mente. De esta manera, observamos profundamente y cultivamos las simientes más nutritivas, para que, cuando estén maduras, ofrezcan flores preciosas y fragrantes. Un jardinero no desecha la materia orgánica de su jardín. Más bien, con mucho cuidado, la transformará en el compost que más tarde reutilizará como abono para nutrir una tierra fértil y vigorosa en la que crezcan preciosas flores. Asimismo, en el amplio campo de nuestra mente también se manifiestan formaciones mentales nocivas que se reflejan en sufrimiento y aflicciones. Si actuamos como jardineros diligentes, hemos de reconocer, observar profundamente, tocar fondo y cuidar con dedicación de nuestras contrariedades para comprenderlas mejor y dejar que se conviertan, a su debido tiempo, en el compost que abonará la tierra profunda de nuestra mente. De una tierra vigorosa y bien abonada, brotarán bellas flores en forma de semillas en nuestra conciencia, que se reflejarán en condiciones de vida más favorables y felices.

Esta meditación guiada nos sumerge en el vasto jardín de nuestra mente. Entramos en contacto con las bellezas que la madre Tierra nos aporta y nos convertimos en jardineros diligentes, dedicados a construir un camino de plenitud y gozo para nuestra felicidad y la de nuestros seres queridos.

Tu compromiso se fundamenta en la práctica de cuidar del jardín de tu propia mente. Nadie más puede ocupar esta labor, sino tú mismo. Tú te has manifestado para ser jardinero de tu propia vida. Y ahora es tu momento para renovar tu verdadera vocación. Este compromiso contigo mismo implica ser diligente con la maravillosa oportunidad de vivir en el presente con plena consciencia. Te comprometes a no olvidarte de tu bien más preciado, que es plantar las semillas que producen el néctar de tu conciencia, a observarlas con dedicación y cuidado y regarlas de tanto en tanto para que emerjan flores radiantes y frescas.

Cultivar tu jardín de flores es tu más bella misión, y ahora sientes la llama viva de la energía brillando en el jardín de tu mente y expandiéndose en todas las direcciones. La fe en tu fiel compromiso ilumina tu presencia y de tu mente irradia la fragancia fresca de una mente inmaculada. Cuidar de tu jardín de flores requiere dedicación, pero bien vale el esfuerzo. Ahora descansas en el silencio de tu cálido hogar y contemplas la alegre danza de las mariposas revoloteando alrededor tuyo.

Durante el día de hoy tendrás la oportunidad de reconocer las semillas que brotan a tu mente a cada instante. Como jardinero diligente, te abrirás a las semillas agradables que surgen en tu mente y dirás: ‘ahora una semilla agradable aflora en mí’. Cuando surja una semilla desagradable te dirás: ‘Ahora una semilla desagradable aflora en mí’. Cuando una semilla neutra surja en ti te dirás: ‘ahora una semilla neutra aflora en mí’. A medida que vas realizando esta práctica en el día de hoy entrenas la capacidad de estar más atento a todo aquello que riegas en tu mente. Cuando nutrimos la atención consciente en el día a día somos más hábiles en no dejarnos arrastrar por las formaciones mentales difíciles y cuidar mejor de tu cuerpo, mente y conciencia.

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