Krishnamurti y Bohm: Limpiar la mente del tiempo acumulado (I)

Más allá del tiempo reproduce el apasionado y profundo diálogo entre un gran maestro espiritual, Jiddu Krishnamurti, y un físico eminente, David Bohm. Un abanico de cuestiones esenciales recorre los diálogos. ¿Ha tomado la humanidad un rumbo equivocado que conduce a una serie interminable de conflictos y destrucciones? El origen del conflicto humano, ¿no reside en la incapacidad del individuo para enfrentarse a lo que realmente es? ¿No tiene esa incapacidad su raíz en las divisiones que el «pensamiento» introduce en la «psique»?

  • Compartimos una de las conversaciones de Más allá del tiempo en dos artículos que puedes leer seguidamente (leer segunda parte)

Krishnamurti: Decíamos que el tiempo psicológico es conflicto, que el tiempo es el enemigo del hombre. Y ese enemigo ha existido desde el principio del hombre. Nos preguntábamos por qué el hombre, desde el comienzo, tomó el rumbo equivocado, el camino equivocado. Y, en ese caso, si es posible que el hombre cambie de dirección, para vivir sin conflicto. Porque, como dijimos ayer, el movimiento externo también es el movimiento interno. No hay separación entre lo interno y lo externo; es el mismo movimiento. Y preguntamos si estamos profunda y apasionadamente interesados en cambiar la dirección del hombre, de modo que no viva en el tiempo con el único conocimiento de cosas exteriores. Las religiones, los políticos, los educadores han fracasado, nunca se han interesado en esto. ¿Está de acuerdo?

David Bohm: Sí. Creo que las religiones han intentado hablar de estos valores eternos que están más allá del tiempo, pero según parece no han tenido éxito.

K: A eso quiero llegar. Para las religiones, ha sido una idea, un ideal, un principio, un valor, no así una realidad, y la mayoría de las personas religiosas están ancladas en una creencia, en un principio, en una imagen, en el conocimiento, en Jesús, en una cosa u otra.

B: Sí, pero si uno empieza a examinar todas las religiones, por ejemplo las diversas formas de budismo, lo que tratan de decir, hasta cierto punto, es lo mismo que dice usted.

K: Hasta cierto punto, pero yo trato de descubrir por qué el hombre nunca ha afrontado ese problema. ¿Por qué no hemos dicho: «Pongamos fin al conflicto»? En vez de eso lo hemos fomentado porque pensamos que el progreso surge a través del conflicto.

B: Puede haber cierta clase de estímulo al tratar de superar contrariedades.

K: Sí, señor, pero si usted y yo vemos esa verdad, no como una abstracción, sino realmente, profundamente, ¿podemos actuar de manera que cada problema se resuelva de inmediato, en el mismo instante, de modo que el tiempo psicológico termine? Como nos preguntábamos ayer, si uno llega a ese punto donde nada existe y todo existe, donde todo es energía, cuando el tiempo termina, ¿se inicia algo totalmente nuevo? ¿Un inicio en el cual no inter‐ viene el tiempo? Y bien, ¿cómo lo descubriremos? Las palabras son necesarias para comunicarnos, pero la palabra no es esa cosa. Luego, ¿qué queda cuando todo el tiempo termina? El tiempo psicológico, no el tiempo de...

B: ... de las horas.

K: Sí. El tiempo como el «yo», el ego; y cuando eso termina completamente, ¿qué empieza? ¿Podemos decir que de las cenizas del tiempo surge un nuevo florecer? ¿Qué es eso que se inicia? No, esa palabra iniciar implica tiempo.

B: No importa la palabra, sino eso que surge.

K: Eso que surge, ¿qué es?

B: Bueno, como dijimos ayer, esencialmente es creación, la posibilidad de creación.

K: Sí, creación. ¿Es eso? ¿Nace algo nuevo?

B: No es el movimiento del llegar a ser.

K: Oh, no, eso ha terminado. El llegar a ser es lo peor, es tiempo, es la verdadera raíz de ese conflicto. Estamos tratando de descubrir qué sucede cuando el «yo», que es tiempo, termina completamente. Creo que se supone que el Buda dijo: «El Nirvana». Los hindúes lo llaman Moksha. No sé si los cristianos lo llaman el Cielo...

B: Los místicos cristianos tuvieron algún estado similar...

K: Similar, sí. Pero mire, los místicos cristianos, según mi entender, estaban aferrados a Jesús, a la Iglesia, a toda esa creencia. Nunca fueron más allá de eso.

B: Sí, bueno, eso parece. Hasta donde yo sé, claro.

K: Ahora bien, hemos dicho que la creencia, el apego a todo eso ha terminado por completo. Lo cual es parte del «yo». Entonces, cuando la mente se limpia completamente del tiempo acumulado, el cual es la esencia del «yo», ¿qué sucede? ¿Por qué debemos preguntar qué sucede?

B: ¿Quiere decir que no es una buena pregunta?

K: Solo me pregunto a mí mismo: ¿por qué esa pregunta? ¿Esconde alguna forma sutil de esperanza? Una forma sutil de decir: «He alcanzado ese punto, no hay nada». Entonces es una pregunta errónea. ¿No considera que es así?

B: Bueno, es una pregunta que invita a buscar cierto resultado esperanzador.

K: Si todo esfuerzo consiste en encontrar algo más allá del «yo», ese esfuerzo y aquello que pueda encontrarse siguen estando dentro de la órbita del «yo». Por eso no espero nada. No hay esperanza alguna, no hay un querer encontrar algo.

B: ¿Qué es, entonces, lo que le mueve a investigar?

K: Investigo para terminar con el conflicto.

B: Sí, en ese caso tenemos que ser cautos. Podríamos crear la esperanza de terminar con el conflicto.

K: No, no; no hay esperanza. No lo permito. En el momento en que introduzco la palabra esperanza, surge la sensación de futuro.

B: Sí, eso es deseo.

K: El deseo, por lo tanto, pertenece al tiempo. Así que yo, la mente, descarta por completo todo eso, insisto, completamente. Entonces, ¿cuál es la esencia de todo esto? ¿Sigue la mente buscando, tratando de encontrar algo intangible que pueda apresar y retener? De ser así, sigue siendo parte del tiempo.

B: Bueno, sigue siendo deseo.

K: Deseo, y una forma sutil de vanidad.

B: ¿Por qué vanidad?

K: Vanidad en el sentido de «lo he logrado».

B: Autoengaño.

K: De ahí surgen el engaño y todas las formas de ilusión. No se trata de eso. A medida que avancemos lo iremos aclarando.

B: En esencia, parece que está despejando el movimiento del deseo de todas sus formas más sutiles.

K: Sus formas más sutiles. Por tanto, se descarta el deseo. De modo que solo está la mente, ¿de acuerdo?

B: Sí, pero si todo es mente. Por lo tanto, debemos preguntarnos qué entendemos por naturaleza, porque la naturaleza parece ser algo independiente.

K: También hemos dicho que la mente es todo el universo.

B: ¿Está diciendo que la naturaleza también es la mente?

K: Es parte de la mente.

B: ¿De la mente universal?

K: Sí.

B: ¿No de una mente particular?

K: La mente particular está separada, nosotros hablamos de la Mente.

B: Mire, tenemos que aclararlo, porque está diciendo que la naturaleza es una creación de la mente universal, a pesar de que la naturaleza tiene cierta realidad propia.

K: Todo eso se da por entendido.

B: Casi es como decir que la naturaleza es el pensamiento de la mente universal.

K: Forma parte de ella. Trato de explorar con cuidado lo particular y terminar con ello; entonces solo existe la mente, la mente universal, ¿de acuerdo?

B: Sí. Hemos hablado de la mente particular que busca por medio del deseo, y dijimos que si todo eso se termina...

K: Eso es justo mi punto. Si todo eso termina por completo, ¿cuál es el siguiente paso? ¿Le sigue algo? Ayer dijimos que hay un inicio, pero esa palabra implica que es parte del tiempo.

B: No hablamos tanto de un inicio, sino de un final.

K: Un final, eso dijimos.

B: Pero ¿ahora existe algo nuevo?

K: ¿Existe algo que la mente no pueda apresar?

B: ¿Qué mente, la particular o la universal?

K: La particular ha terminado.

B: Sí. ¿Está diciendo que la mente universal tampoco puede apresarlo?

K: Eso estamos explorando.

B: ¿Está diciendo que existe una realidad, o algo, más allá de la mente universal?

K: ¿Estamos jugando a pelar una capa tras otra, como las capas de una cebolla, y al final solo hay lágrimas y poco más?

B: Bueno, no lo sé.

K: Porque dijimos que está ese terminar, después está la mente cósmica, la mente universal; y más allá, ¿existe algo más?

B: ¿Diría usted que ese «más» es energía, que esa energía está más allá de la mente universal?

K: Diría que sí, porque la mente universal forma parte de esa energía.

B: Eso es comprensible. En un sentido, la energía es algo vivo, ¿es eso lo que dice?

K: Sí, sí.

B: ¿Y también es inteligente?

K: Espere un momento.

B: En cierto sentido... En la medida que está en la mente.

K: O sea, si esa energía es inteligente, ¿por qué ha permitido que el hombre tomara una dirección equivocada?

B: Creo que puede ser parte de un proceso, algo que es inevitable en la naturaleza del pensamiento. Si el pensamiento se desarrolla, esa posibilidad debe existir. Para que el pensamiento esté en el hombre...

K: ¿Es esa la libertad original del hombre? ¿El elegir?

B: No; es decir, el pensamiento debe tener la capacidad de cometer ese error.

K: Pero si esa inteligencia estaba actuando, ¿por qué permitió ese error?

B: Bueno, podemos sugerir que hay un orden universal, una ley.

K: Muy bien. El universo funciona en orden.

B: Sí, y forma parte del orden universal que ese mecanismo concreto pueda equivocarse. Si una máquina se rompe, no significa desorden en el universo, es simplemente parte del orden universal.

K: Sí. Dentro del orden universal hay desorden, en lo que al hombre se refiere.

B: No se trata de un desorden de nivel universal.

K: No, lo es a un nivel mucho más bajo.

B: En el nivel del hombre, es desorden.

K: ¿Por qué desde el principio el hombre vive en ese desorden?

B: Porque sigue siendo ignorante, aún no ha comprendido.

K: Pero él es parte del todo y, sin embargo, sigue viviendo en desorden y en un pequeño rincón. Esa enorme inteligencia no ha...

B: Sí, podríamos decir que la posibilidad de la creación implica también la posibilidad del desorden. Si el hombre tiene la posibilidad de ser creativo, también tiene la posibilidad de equivocarse. El hombre no podía ser estático como una máquina, actuando siempre en perfecto orden. La inteligencia no lo hubiera convertido en una máquina incapaz de tener desorden.

K: No, por supuesto que no. Entonces, ¿hay algo más allá del orden cósmico, de esa mente?

B: ¿Está diciendo que el universo, que esa mente, ha creado la naturaleza que está en orden, el cual no solo da vueltas de manera mecánica, sino que tiene un significado más profundo?

K: Eso es lo que estamos tratando de descubrir.

B: Está usted incluyendo a todo el universo y también a la humanidad. ¿Qué le impulsa a decir eso? ¿De dónde nace esta percepción?

K: Empecemos de nuevo: el «yo» como tiempo termina; por tanto, no hay esperanza. Todo eso termina, se acaba. Al terminar, está ese sentir de la nada, eso es así. Y la nada es todo el universo.

B: Sí, la mente universal, la materia universal.

K: Todo el universo.

B: Solo pregunto, ¿qué le lleva a decir eso?

K: Ah, ya sé. Para decirlo de forma muy simple, la división ha terminado. ¿Entiende? Termina esa división creada por el tiempo, por el pensamiento, por esta educación, etc., todo eso. Como termina, lo otro es patente.

B: ¿Quiere decir que cuando no hay división lo otro está, puede percibirse?

K: No que pueda percibirse, sino que está ahí.

B: Pero, entonces, ¿cómo se da uno cuenta de que está ahí?

K: No creo que uno se dé cuenta.

B: Entonces, ¿qué le hace decir eso?

K: ¿Diría que sencillamente está? No que yo lo perciba o que se pueda percibir.

B: Sí, está.

K: Está.

B: Usted casi podría afirmar que aquello lo está diciendo. En cierto sentido, usted parece sugerir que es aquello que lo está diciendo.

K: Sí. No quería expresarlo así. ¡Me alegra que usted lo haya expresado de ese modo! ¿Dónde estamos ahora?

B: Estamos diciendo que el universo está vivo, por así decirlo, que el universo es la mente, y que nosotros somos parte de ella.

K: Solo podemos decir que formamos parte de ella cuando no hay «yo».

B: No hay división.

K: No hay división. Me gustaría investigarlo un poco más. ¿Existe algo más allá de todo esto?

B: ¿Quiere decir más allá de la energía?

K: Sí. Dijimos «la nada», esa nada es todo, por lo tanto, es energía total. Es energía pura, inalterable, incorrupta. ¿Existe algo más allá? ¿Por qué lo preguntamos?

B: No lo sé.

K: Siento que no lo hemos tocado, siento que hay algo más allá.

B: ¿Podemos decir que ese algo que está más allá es «la base» de la totalidad? ¿Está diciendo que todo surge de una basa más interna?

K: Sí, hay otra cosa, debo ser muy cauteloso aquí. Como sabe, uno debe cuidarse mucho de no ser romántico, de no tener ilusiones ni deseos, incluso de buscar. Debe suceder, ¿entiende lo que digo?

B: Estamos diciendo que esa cosa debe provenir de aquello. Sea lo que sea eso que usted menciona, debe provenir de aquello.

K: De aquello. Eso es todo. ¡Suena más bien presuntuoso!

B: Sin que uno realmente lo vea. No se trata de verlo y más tarde decir lo que ha visto.

K: Oh, no. Entonces es falso.

B: En eso, de nuevo hay división. Por supuesto, es fácil engañarse con estas cosas.

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«El deseo y el pensamiento son parte del «yo», que es tiempo. Cuando el deseo y el tiempo terminan totalmente, entonces no hay absolutamente nada y, por tanto, eso es el universo, ese vacío que está lleno de energía».

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