La recitación de mantras en el budismo tibetano

La recitación de mantras juega un papel realmente fundamental en el budismo tibetano y en su corriente tántrica, tanto es así que cuando he preguntado a grandes lamas como Dudjom Rinpoche, Trangu Rinpoche o el mismo Dalai Lama, me han dicho que el tantra es el camino de los mantras. Se le concede un especial poder transformativo al mantra, que se utiliza para las más diversas ceremonias, prácticas, ritos de iniciación y meditaciones y visualizaciones. Hay innumerables mantras en el budismo tibetano. Haré referencia a tres de ellos.

Un fragmento del libro Cien técnicas de meditación de Ramiro Calle

«Om Mani Padme Hum»

Este mantra es muy tradicional y quizá es el más repetido por los budistas tibetanos, pues invoca al Bodhisattva Avalokitesvara, el de la plena compasión y, por lo tanto, sabiduría. Sabiduría y compasión, los métodos y la meta, caminan codo con codo, son interdependientes. El mantra podría simple y llanamente traducirse por «la joya en el loto» y significa pureza y sabiduría, enmarcada en dos sílabas de poder transformativo, místico‐esotérico, que son «Om» y «Hum». Se puede recitar verbal, semiverbal o mentalmente, tanto en meditación como en la vida cotidiana. Téngase en cuenta que cada practicante también tiende a asimilar o incluso a entender el mantra a su modo porque, mediante la palabra, se trata de llegar más allá de la palabra y conectar con la mente quieta y vacua.

«Gate Gate Paragate Parasamgate Bodhi Svaha»

La traducción podría ser: «Se ha ido, se ha ido, ido más allá. Completamente expuesto, despojado. Despierto. ¡Salvación!».

¿Cómo entender este mantra o con qué intención o actitud aplicarlo?

Su recitación consciente nos puede servir en primer lugar para percatarnos conscientemente de que todo se va, de que todo fluye, de que todo es transitorio e impermanente y, finalmente, vacuo y sin una entidad fija. Pero también se puede utilizar, con un carácter menos metafísico, como una recitación para ayudarnos a soltar, a dejar que lo pasado en el pasado quede, y no acarrear.

«Om Ah Hum»

En mi entrevista de más de cuatro horas con el Dalai Lama (aparece recogida en mi libro, ya mencionado, Conversaciones con lamas y sabios budistas), este me dijo a propósito de este mantra:

Para aquellos que practican el yoga y quieran repetir un mantra de acuerdo con el budismo, es conveniente que recuerden que la raíz principal de todos los mantras es el mantra de las tres palabras que combinan los sonidos «Om» «Ah» «Hum», y el recitarlo es de gran utilidad, y su sentido es el siguiente: «Om» representa nuestro cuerpo, el cuerpo del ser superior, del mismo Buda. «Ah» representa la palabra y también los seres superiores. «Hum» representa nuestras mentes y las mentes de seres de grado menos superior. Así que recitar el mantra Om Ah Hum ayudará a purificar el pensamiento, la palabra y las obras, además de plantar la semilla para un desarrollo ulterior.

Se puede recitar mentalmente el mantra asociado a la respiración. «Om» al inhalar, «Ah» al retener el aire y «Hum» al exhalar.

  • Liberarse de la negatividad a través de la respiración

En posición meditacional, se efectúa una respiración tranquila y se conecta la mente con la respiración. Se elige una cualidad positiva, como compasión, generosidad, tolerancia o la que se quiera trabajar. Se visualiza la inhalación, asociada a la cualidad positiva seleccionada, como una luz clara que nos afirma esa cualidad en nosotros; se visualiza la exhalación como humo gris u oscuro, sintiendo así que nos despojamos de la cualidad negativa, la opuesta a la positiva que hemos afirmado mediante la inhalación y la visualización de la luz blanca o clara.

  • Concentración en una esfera de luz blanca

Este ejercicio tiene gran poder como medio de concentración y también tranquilizante. Hay diversas formas de ejecutarlo y en mis clases de meditación imparto al menos tres, pero basta con la que consiste en mentalizar ante uno una esfera de luz blanca y resplandeciente, del tamaño de una nuez. Hay que dirigir toda la mente al soporte meditacional y dejar que vaya quedando absorbida por él, de tal forma que el discurso mental quede finalmente suspendido.

  • Concentración en la luz clara

Se tara de absorber la mente en la visualización de la luz clara. La luz clara es la que constela esa vacua y clara consciencia que está más allá de la consciencia ordinaria y es la base de plenitud e indiferenciación de la mente profunda y portadora de sabiduría. El practicante mentaliza o visualiza la luz clara y deja que toda su mente se extasíe en la misma. Cuando surgen pensamientos, visualiza que esa misma luz clara los funde o disuelve.

  • La visualización de Tara Verde

Las visualizaciones, a veces extraordinariamente complejas, desempeñan un papel muy destacado en el budismo tibetano como técnicas de transformación. Estas visualizaciones pueden ir o no asociadas a mantras. Son muy numerosas y utilizan como soporte deidades, bodhisattvas u otros motivos. Una de las más apreciadas y extendidas es la de Tara Verde, que es tomada como “la salvadora” o “la que conduce de una a otra orilla”, es decir, de la orilla de la oscuridad y la servidumbre a la de la luz y la libertad. Es todo misericordiosa y auxiliadora y constela la compasión infinita. Hay diversos modos de visualizar a Tara y hacer que esta visualización pase por diferentes fases o que el aspirante directamente la visualice. El mantra simiente de Tara es «Tam», y el mantra completo es «Om Tare Tutare Ture Sohá», y cuando una efectúa la recitación está conectando con esa fuerza auxiliadora y benevolente que es Tara y que nos guía en el camino hacia la liberación. Se la imagina sentada y con una bella sonrisa y un semblante apacible y bello. Lo mejor es contemplar una representación de ella y luego mentalizarla e identificarse con ella. El lama y médico Tashi Lobsang, al que estuve acudiendo a visitar muchos años a Darjeeling y Kalimpong (parte de las entrevistas que le realicé aparecen en Conversaciones con lamas y sabios budistas), me mostró una sencilla forma de meditar con el apoyo de Tara. Consiste en imaginarla frente a uno y sentir cómo cae sobre nosotros su luz verdadera y benevolente, impregnando todo nuestro ser, y después visualizar a Tara en la coronilla y sentir su influjo auxiliador.

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