Un ejercicio rápido para detectar si tienes pensamientos impulsivos
Los pensamientos impulsivos no son tan fáciles de detectar como parece y son de índole muy diversa. Pueden acecharnos en cualquier momento y distorsionar aquello que estemos haciendo. Para lograr cambiarlos, lo más importante es por supuesto darnos cuenta de que los tenemos. Este ejercicio que encontrarás en Mindfulness para mejorar el rendimiento es una excelente manera de dar con ellos.
¿Sabes cuáles son tus impulsos? ¿Tienes pensamientos impulsivos? Cuando se lo preguntamos a la gente, a menudo comprobamos que tienen dificultades a la hora de reconocer sus propios comportamientos o pensamientos impulsivos. Para guiarte a través de este ejercicio, hemos hecho una lista de impulsos o pensamientos recurrentes que pueden conducir a los comportamientos que enumeramos a continuación. ¿Te reconoces en alguno de estos comportamientos?
Pensar en tus propias experiencias cuando alguien te está contando su historia.
Interrumpir a alguien cuando te identificas con su historia o cuando crees que esa persona no te ha entendido bien.
Mirar tu móvil cuando ves que lo hace otra persona o mientras esperas a alguien.
Ponerte a hablar cuando hay un silencio.
Empezar tus frases con «Sí, pero...», en una conversación.
Rascarte la nariz, morderte la uñas, encender la radio o maldecir cuando estás en un atasco de tráfico.
Mirar el reloj.
Pensar: «Qué persona tan insoportable» o «Vamos a ver de qué se queja ahora», justo antes de acudir a una reunión en la que participa una compañera que no te cae bien.
Beber alcohol después de un día agotador de trabajo.
Abrir el periódico o Facebook en cuanto enciendes el ordenador.
Generalizar cuando experimentas una emoción negativa: «Tú siempre haces lo mismo», «Siempre me tiene que ocurrir a mí», «Ella siempre es muy maleducada», y, sin embargo, atribuir tu mala conducta al contexto: «En esa situación no había otra salida», «He sido un poco maleducado, pero estaba justificado».
Suspirar o quejarte cuando hace mal tiempo.
Preguntar por qué.
Estar centrado en ti y no escuchar lo que se dice en una reunión, justo antes de que vayas a decir algo.
Comer algo dulce después de la comida o tomar café.
Pensar: «No puedo hacerlo» frente de una tarea complicada.
Encender un cigarrillo mientras hablas por teléfono.
Todos estos comportamientos vienen precedidos de un impulso. Quizá descubras que tienes más comportamientos o pensamientos impulsivos de los que creías. Ten en cuenta que todos los comportamientos y pensamientos que hemos enumerado son acciones que son una consecuencia de un cierto impulso. No puedes evitar estos impulsos, pero sí puedes evitar la acción consecuente de ese impulso. No puedo evitar el impulso de interrumpir, pero puedo decidir no interrumpir. No puedo evitar el impulso de quejarme si hace mal tiempo, pero puedo decidir que me abstengo de quejarme. No puedo evitar el impulso de comer algo dulce después de la comida, pero puedo decidir no pedir postre. Aunque mucha gente intente reprimirse los impulsos que no le gustan, las investigaciones nos demuestran que si te reprimes los pensamientos, los impulsos o las emociones, lo único que haces es acentuarlos. En los próximos capítulos del libro intentaremos observar cuáles son tus impulsos. Retomaremos este punto más adelante en Mindfulness para mejorar el rendimiento.