¿Qué ocurre cuando nuestro ego "se pierde en el bosque"?

El bosque puede ser un lugar precioso en el que pasear y meditar o un lugar enorme, vasto e inabarcable lleno de peligros. Jean Shinoda Bolen explora las metáforas que usan el bosque para explicar aquellos momentos de fuertes cambios en la vida que pueden hacernos sentir perdidos.

Como explica la autora en su libro Viaje a Avalon, son muchos los motivos que nos pueden conducir a "perdernos en el bosque", pero son muchas las formas de salir de él y es mucho el aprendizaje que podemos hacer durante la travesía entre la maleza, los animales salvajes y los árboles tan altos que no nos dejan ver el sol.

En los sueños y la literatura, con frecuencia los sucesos se producen en paisajes que sirven como metáforas del terreno emocional y espiritual. Cuando salió del Castillo del Grial, Perceval se encontró perdido en el bosque, como nos ocurre a muchos de nosotros al llegar a la mitad de nuestras vidas, a la mediana edad.

Nos encontramos «en el bosque» cuando estamos desorientados: cuando cuestionamos el sentido de lo que estamos haciendo o con quién estamos, o tenemos serias dudas acerca del camino que hemos seguido hasta entonces o la dirección que tomamos en el último cruce.

Podemos perder lo que creíamos una ocupación o relación permanente, y con ella también perdemos el lugar donde normalmente nos cobijábamos y nos encontramos «en el bosque».

El bosque, el laberinto, el otro mundo, el mundo subterráneo, el mar y las profundidades marinas son descripciones poéticas y simbólicas de la forma en que percibimos el reino del inconsciente. Es el lugar donde estamos cuando nos perdemos, y es el lugar donde necesitamos ir para encontrarnos a nosotros mismos. La individuación, la necesidad de vivir plenamente en armonía con nuestro interior, es un viaje que conduce al ego hasta el bosque.

«Estar en medio de un bosque es una metáfora de un período de nuestras vidas. Se trata de un tiempo y un lugar metafórico que se caracterizan por el riesgo y la transformación. No existen indicadores ni caminos marcados. Si tenemos miedo, las sombras pueden parecer siniestras y amenazadoras; si somos temerarios, el bosque puede ser un lugar muy peligroso.»

Jean Shinoda Bolen

En ocasiones, nosotros mismos caminamos hasta el bosque sin pretenderlo. Atraídos por algo o alguien, modificamos nuestro entorno familiar cambiando o abandonando relaciones, el trabajo, la familia, la comunidad o nuestras creencias. A veces nos encontramos en el bosque porque alguien nos abandona, perdemos nuestro empleo o un diagnóstico médico o un accidente que lo cambia todo.

En ocasiones también podemos encontrarnos en el bosque después de poner fin intencionadamente a una época de nuestras vidas; traspasamos una puerta y la cerramos detrás de nosotros, lo cual nos lleva a esta situación.

No basta con saber que debemos partir (debido al carácter destructivo de una relación, un empleo o el entorno), sino que es necesario ser capaces de actuar en consecuencia. Como en el mito de Psiqué, debemos tener una lámpara (símbolo de la iluminación o consciencia que nos permite ver una situación con claridad) y un cuchillo (el poder de actuar con decisión y ser capaces de romper vínculos de unión).

«El hecho de que la vida no pueda seguir transcurriendo en las mismas condiciones que hasta entonces puede deberse a muchos motivos diferentes. Lo importante no es el hecho en sí, sino las profundidades espirituales que nuestra alma explora como resultado.»

Jean Shinoda Bolen

Cuando entramos en una fase «en el bosque», se inicia un período de búsqueda y crecimiento espiritual. En el bosque es posible recuperar la conexión con nuestra auténtica naturaleza, conocer lo que hemos mantenido oculto entre las sombras y lo que no hemos podido conocer acerca de nosotros mismos o el mundo personal y patriarcal en que habitamos. Entonces es posible descubrir y recordar aquellos aspectos de nosotros mismos que una vez fueron vitales. Tal vez descubriremos una fuente de creatividad que ha permanecido oculta.

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