La antropología del ayuno

El ayuno es una abstinencia voluntaria de comida, de bebida, o de ambas cosas. En casi todas las tradiciones religiosas desempeña un papel importante y actualmente ha sido secularizado. Puede pagarse grandes sumas de dinero para no comer casi nada en granjas y clínicas de salud. Con el nuevo nombre de desintoxicación, el objetivo del ayuno puede considerarse puramente físico, en lugar de espiritual.

Pero el ayuno es esencialmente gratuito y desde luego permite ahorrarse un dinero. En el libro Caminos para ir más allá, Rupert Sheldrake analiza tanto el ayuno total como el ayuno parcial, así como su trasfondo evolutivo, cultural y religioso. Como es sabido, el ayuno tiene incluso una dimensión política, como en las huelgas de hambre, pero su sentido tradicional es como práctica espiritual.

  • En este fragmento de Caminos para ir más allá compartimos el recorrido antropológico del trazado por Rupert Sheldrake

En muchas culturas, el ayuno se lleva a cabo en una variedad de contextos rituales, estacionales e iniciáticos. La gente ayuna como un acto de penitencia o de purificación; como una preparación antes de un festival o un rito de iniciación; como parte de una ceremonia de luto; como una manera de inducir sueños y visiones; o como protesta, como sucede en las huelgas de hambre.[1]

En muchas culturas, se espera que las madres se abstengan de ciertos alimentos antes o después del nacimiento de un hijo. Por ejemplo, en Nueva Gran Bretaña, una isla de Papúa Nueva Guinea, las mujeres embarazadas no deben comer calamares, los cuales se creía que caminaban hacia atrás, para que sus hijos no salieran cobardes.[2] Algunos de estos tabúes puede que tuvieran una base totalmente mágica, pero otros puede que tuvieran buenas razones de salud, como en las recomendaciones contemporáneas para las mujeres embarazadas de no beber alcohol ni tomar drogas recreativas para evitar dañar a su bebé.

Los ayunos eran también una parte importante de los ritos de paso.

Entre algunas de las primeras tribus de la nación de la Columbia británica, las chicas eran recluidas tras su período menstrual, y ayunaban durante cuatro días. Del mismo modo, muchos chicos nativos americanos pasaban un período alejados de toda presencia humana, mientras ayunaban como parte de una búsqueda de visión. Entre los algonquinos, «empezaban pintando de negro la cara del joven, luego le hacían ayunar durante ocho días sin darle nada de comer». Durante este período, sus sueños eran analizados cuidadosamente. En uno de esos sueños, el joven podía saber cuál iba a ser su «medicina». Del mismo modo, en la Grecia clásica, así como en Roma, el ayuno precedía a las iniciaciones en los cultos mistéricos.

En el Antiguo Testamento, cuando Moisés recibió los Diez Mandamientos en el Monte Sinaí, ayunó cuarenta días y cuarenta noches (Éxodo 34:28). El profeta Elías ayunó cuarenta días y cuarenta noches en el Monte Horeb (1 Reyes 19:8). Igualmente, Jesús ayunó durante cuarenta días y cuarenta noches en el bosque, tras su bautismo en el río Jordán por Juan, el Bautista (Mateo 4: 1-2).

En muchas culturas, la gente ayuna para inducir sueños o revelaciones del mundo espiritual. Entre los nativos americanos, el ayuno era una parte importante de la preparación para convertirse en un hombre-medicina o chamán, y constituía una práctica común para adquirir conocimiento o mensajes ocultos de los espíritus, en sueños.

Los cazadores ayunaban hasta que soñaban si sus cacerías tendrían éxito o no. Los maridos ayunaban hasta que soñaban si sus esperanzas de convertirse en padres se cumplirían o no. «Cuanto mayor fuese el poder del ayuno, y más vívidos y numerosos los sueños consiguientes, más se reverenciaba al vidente y mayor poder adquiría.»[3] El valor del ayuno para la experiencia visionaria era ampliamente aceptado en la Iglesia primitiva. San Juan Crisóstomo (c. 349-407) decía que el ayuno «hace que el alma sea más brillante y le proporciona alas para subir y elevarse».[4]

En culturas en las que el ayuno forma parte del proceso de duelo, los ayunos generalmente son breves. Entre los yoruba del África occidental, se esperaba que las viudas y las hijas rechazaran cualquier alimento, al menos durante un día. Y en muchas culturas, un período de ayuno precedía a la fiesta del funeral.

Más generalmente, el ayuno era parte de un rito de preparación para una fiesta o una ceremonia. En el Egipto antiguo, la gente ayunaba y realizaba abluciones antes de entrar en un templo. En Norteamérica, entre los natchez, en el Festival del Fuego Nuevo, un festival de la cosecha, la gente ayunaba durante tres días antes de que comenzase el festival. En la Grecia antigua, la celebración de los Misterios en el santuario de Eleusis venía precedida por un ayuno de nueve días, antes de comer y beber el alimento sacramental.

Una versión contemporánea de este ayuno preparatorio se halla todavía en la Iglesia católica romana, en la que mucha gente tradicionalmente ayuna antes de recibir la sagrada comunión. Y en los calendarios tradicionales católicos y anglicanos, todos los días festivos importantes están precedidos por ayunos, generalmente ayunos breves la víspera de la fiesta. Las fiestas más importantes, Navidad y Pascua, son precedidas de períodos más largos de abstinencia o ayuno, es decir, las estaciones de Adviento y de Cuaresma.

El ayuno de Cuaresma, que comienza el Miércoles de Ceniza, no solo va seguido de una fiesta, sino también precedido de una fiesta, el Martes de Carnaval, o Mardi Gras. El Carnaval se celebra vigorosamente en Brasil y en otros lugares. El significado tradicional del carnaval tiene que ver con renunciar a la carne, del latín carne = carne y vale = despedida.

El ayuno penitencial se combina habitualmente con la oración, y en algunas culturas se cree que eso hace más probable que los dioses o los espíritus respondan. En el mundo antiguo, en Egipto, Babilonia y Asiria, la gente con frecuencia ayunaba en períodos de aflicción o de calamidades, implorando perdón y misericordia. Y los individuos, a menudo ayunaban como un acto de penitencia por sus propios pecados. En la tradición judía, este tipo de ayuno penitencial era ritualizado, y todavía lo es, en el ayuno del Día de la Expiación, Yom Kippur.

En el islam, el Corán recomienda el ayuno penitencial durante tres días de peregrinación y siete días al volver (Sura 2: 196). Un creyente que mate a otros y no pueda encontrar el dinero para indemnizar a la familia de la víctima tiene que ayunar durante dos meses como penitencia (Sura 4: 92). Aquel que rompe el juramento y no puede alimentar a diez pobres, como penitencia debe ayunar durante tres meses (Sura 4:92). Y todos los musulmanes deben ayunar durante el mes de Ramadán, absteniéndose no solo de comer, sino también de beber entre el amanecer y el anochecer (excepto en el caso de los enfermos, los viajeros y los niños). El significado interno de esta práctica es el desapego. En uno de los hadices o dichos del profeta Mahoma, Dios dice: «Todas las acciones de un ser humano son para él, pero el ayunar es exclusivamente para Mí, y yo le recompensaré por ello».[5]

Tradicionalmente, los monjes budistas hacen solo una comida al día, al mediodía, y así pasan casi 24 horas ayunando, como norma. Del mismo modo ayunan los días de luna nueva y de luna llena, cuando realizan también la confesión de sus pecados. El aniversario de la muerte del Buda es precedido tradicionalmente por un período de cinco días de abstinencia, en los que participan también los laicos.

En el hinduismo hay muchas formas de ayuno religioso. Mucha gente ayuna al menos un día a la semana, y hay también ayunos mensuales y anuales, como el gran festival relacionado con Shiva, el Maha Shivaratri, cuando se ayuna toda una noche y el día siguiente.

Los ayunos adoptan también un significado político como forma de persuasión o protesta. En la India, el primer ejemplo registrado de una huelga de hambre se halla en el Ramayana, una epopeya que data, al menos, del 500 a.C. El dios Bharata amenaza con ayunar ante su hermano Rama, para persuadirle de volver del exilio con el fin de gobernar su reino. El uso de los ayunos como un llamamiento público a la justicia, generalmente llevado a cabo en la puerta de una parte infractora, constituía una práctica tan per- turbadora en la India que el Gobierno aprobó una ley contra ella en 1861.[6] Pero las huelgas de hambre siguieron siendo una forma importante de protesta no violenta, y fueron utilizadas con gran efecto por Mahatma Gandhi cuando los ingleses lo encarcelaban.

Mural en memoria de Bobby Sands.

En la Irlanda precristiana, como en la India, había un remedio legal tradicional de «ayunar contra» una persona. La persona que ayunaba hacía una solicitud, y luego pasaba a ayunar. Si el ayuno llevaba a la muerte de quien ayunaba a través del persistente rechazo de su petición, entonces su muerte recaía sobre la persona contra la que había ayunado.[7]

Como en la India, esta práctica antigua se utilizó con importantes consecuencias políticas en el siglo XX, muy especialmente en 1981, cuando 10 paramilitares republicanos encarcelados por los ingleses en Irlanda del Norte visibilizaron su causa mediante una huelga de hambre. Los hombres vivieron sin comida entre 46 y 63 días.[8] El primero en morir fue Bobby Sands. Sus muertes provocaron desórdenes públicos importantes, y el gobierno se vio obligado a hacer concesiones.

Aunque ha habido muchos motivos tradicionales religiosos, culturales y políticos para ayunar, no fue hasta los siglos XIX y XX cuando se presentó como un método puramente secular para mejorar la salud. Las curas de ayuno fueron promovidas no solo por médicos y terapeutas entusiastas, sino también por escritores populares como Upton Sinclair. Estaban especialmente destinadas a las personas con sobrepeso, pero también aliviaron una amplia variedad de enfermedades. El propio Sinclair emprendió ayunos intermitentes de hasta 12 días.

Como escribió en su libro La cura por el ayuno (1911):

“El lector puede pensar que mi entusiasmo por la cura a través del ayuno se debe a mi temperamento imaginativo; solo puedo decir que nunca he conocido a una persona que haya dado al ayuno una oportunidad y no describa su experiencia del mismo modo [...]. Yo considero el ayuno como el remedio de la propia Naturaleza para todas las demás enfermedades [...]. Y creo que cuando las buenas noticias de sus milagros lleguen a la gente, conducirá a que podamos arrojar al cubo de la basura el noventa por ciento de nuestra actual materia medica.[9] ”


— Upton Sinclair

Los naturópatas y otros tipos de terapeutas hace tiempo que han abogado por el ayuno, y algunos dirigen clínicas en las que la gente puede ayunar bajo supervisión médica. Pero, en general, la profesión médica dominante ha ignorado sus beneficios. La mayoría de los médicos no tiene experiencia personal del ayuno y lo tratan como algo sospechoso. En el mundo secular moderno, el ayuno se practica probablemente menos que nunca. Mientras tanto, la incidencia de la obesidad y la diabetes del tipo 2 se ha disparado.

Notas bibliográficas

  1. MacCullough, 1912.

  2. Ibid.

  3. Ibid., pág. 762.

  4. Ibid.

  5. Citado en Ghazi bin Muhammad, 2017, pág. 29.

  6. Beresford, 1987.

  7. Anwyl, 1909.

  8. Beresford, 1987.

  9. Sinclair, 1911.


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