¿Cómo detectar el engaño a través del lenguaje corporal?

Mentir cuando existen consecuencias tangibles suele suponer para la persona que lo hace un aumento del nivel de estrés. Por eso, la persona que lo hace, muestra algunos cambios en su lenguaje corporal. En este fragmento de Comunicación no verbal, Catalina Pons detalla diversas maneras para detectar el engaño en una conversación.

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A pesar de la opinión popular, la gente miente menos de lo que se piensa. Ojo, la mentira banal es muy frecuente, cada día se miente. «No he visto el correo electrónico», «Qué pena, no puedo asistir al evento, tengo un compromiso...». Pero otra cosa son las mentiras con consecuencias.

En la sociedad actual, siempre estamos bajo presión por los ritmos y las responsabilidades impuestas durante la vida diaria, y la mentira es una actividad que implica una gran cantidad de estrés. Es el estrés que proviene del sentido de culpa que los mentirosos pueden probar, o del simple temor de ser descubiertos. Además, dado que una mentira nunca viene sola, siempre hay que añadir otras nuevas para no derribar el castillo, y esto representa un aumento innecesario y, a menudo, indeseado del estrés diario.

Sin embargo, de vez en cuando, las personas mienten. Hay muchas razones para ello, por ejemplo, evitar un castigo o ahorrar un disgusto a alguien, o también para sacar un beneficio o evitar una discusión.

¿Cómo podemos detectar si una persona es sincera o está mintiendo?

El primer elemento que debemos considerar es el cambio de comportamiento. Cuando una persona miente, los niveles de estrés aumentan, por lo que la actitud se ve afectada. Observar todo lo que se aparta del lenguaje corporal basal de una persona es la primera herramienta para detectar un nivel de estrés o malestar en aumento. Ese cambio de lenguaje corporal, si no indica necesariamente una mentira, sí señala que algo en la persona ha cambiado. Un factor que debe tenerse muy en cuenta es el hecho de que el aumento del estrés significa que la mentira debe tener alguna importancia para aquel que la pronuncia. Y esta es la primera dificultad con la que nos encontramos.

¿Qué clase de estrés puede causar a una persona decir que le gusta el coche que un amigo se acaba de comprar, incluso si no es verdad? Probablemente ninguno y con la misma probabilidad, el «mentiroso» no enviará ninguna señal que revele su mentira. Sin embargo, si una persona acaba de cometer un asesinato y trata de librarse de la acusación, sus niveles de estrés serán diferentes frente a la pregunta «¿Usted disparó a la víctima?»

Por lo tanto, es importante preguntarse qué es lo que tiene que perder o ganar esta persona para llegar a mentir.

Cuanto mayor es la pérdida causada por ser descubiertos mintiendo, mayor es la probabilidad de que el nivel de estrés sea alto y deje filtrar información que contradice la mentira.

Cuanto más conocemos a una persona, mejor podemos identificar las reacciones que se desvían del comportamiento normal. De hecho, si no conocemos a la persona, lo primero que se debería hacer es determinar cuál es su lenguaje corporal basal (explicado en anteriores capítulos de Comunicación no verbal), para reconocer cuándo este estado sufre un cambio. Considerar universal una reacción al estrés es incorrecto y engañoso. Dos personas pueden tener la misma reacción a la misma pregunta, pero, si para una puede ser parte del comportamiento habitual y, por lo tanto, se puede considerar sincera, para la otra puede ser una desviación de la norma e indicar una mentira.

Ahora ilustraremos algunos de los comportamientos que se atribuyen a una persona cuando miente, si estos se desvían del hábito normal.

Contacto visual

«Dímelo, mirándome a los ojos.» ¿Cuántas veces hemos oído esa frase? Sin embargo, el contacto ojos‐con‐ojos como señal inequívoca de mentira es un mito que hay que disipar. Normalmente, se cree que cuando una persona es sincera no tiene ningún problema en mirar a los demás a los ojos, mientras que una persona que miente tiende a huir con la mirada, deteniendo por completo el contacto visual. Por supuesto que no es así, de hecho, es más probable lo contrario, es decir que, cuando una persona está mintiendo, acabe mirando a su «víctima» a los ojos más de lo normal.

Por lo general, durante una conversación se mantiene el contacto visual durante los dos tercios de su duración. Este promedio, sin embargo, puede disminuir debido a varios factores: por ejemplo, la falta de interés en la conversación o hacia la persona con la que se está hablando, o también por el hecho de ser introvertidos. De hecho, una persona introvertida tiende a mirar menos a los ojos de la gente con la que se comunica, respecto a una persona extrovertida, pero no por esto será una persona más mentirosa.

Una persona que miente en muchos casos tiende a aumentar el contacto visual con la víctima por dos razones. En primer lugar, todo el mundo sabe o tiene la sensación de que no mantener el contacto visual es una señal de inseguridad que a menudo se asocia con la mentira, por lo tanto, quien miente tratará de simular sinceridad y seguridad, aguantando la mirada, incluso más de lo normal. En segundo lugar, cuando una persona miente quiere observar el comportamiento de la «víctima», para vigilar sus reacciones, tratando de averiguar si está «vendiendo» bien su mentira, o si le hace falta un mayor esfuerzo para hacerlo.

Así que es un error suponer que una persona está mintiendo, confiando únicamente en el contacto visual, como si fuera una señal universal. Es más eficaz considerar cómo el contacto visual varía respecto a lo habitual de cada persona. Por ejemplo, si alguien de repente aumenta o disminuye el contacto visual de manera clara, significa que una forma de estrés ha sustituido el estado precedente de relajación y que algo ha causado este cambio. Se puede, entonces, decidir si profundizar en el análisis de la causa que ha generado el estrés, o retomar la discusión en un momento posterior para ver si vuelve a producirse la misma reacción.

Parpadeo

En un minuto una persona parpadea en promedio 8‐10 veces, por lo que hacerlo a una mayor frecuencia puede deberse a un aumento del estrés. A menudo, las personas que mienten aumentan la frecuencia del pestañeo, una reacción generada por el inconsciente para crear un bloqueo desde el interior. El inconsciente sabe que lo que sale de la boca no es la verdad, así que trata de bloquearlo cerrando los ojos. Esto, como hemos repetido muchas veces a lo largo de Comunicación no verbal, no significa que un incremento del pestañeo deba ser inmediatamente asociado con una mentira, sino, más bien, con una forma de estrés o con un aumento de la ansiedad.

En muchos casos, además, se observa el fenómeno opuesto, es decir, cuando una persona miente, reduce casi a cero el pestañeo.

Esto es debido a que el esfuerzo cognitivo que supone contar con precisión el fruto de una invención, que se ha ensayado varias veces, es tan alto que acaba reduciendo cualquier movimiento del cuerpo, incluyendo el parpadeo. Además, en el intento de aparecer lo más sincero posible, es frecuente que se abran los ojos al máximo para otorgar más énfasis a lo que estamos diciendo. En este caso, los ojos ya no actúan como un bloque, sino que, gracias al esfuerzo cognitivo que reduce drásticamente el parpadeo, pueden reunir más información sobre las reacciones de los oyentes. Así que es más probable que, cuando una persona miente, el parpadeo aumente si la mentira se ha inventado en el momento, mientras que se reducirá si la mentira se ha preparado y estudiado previamente.

Una vez más, será la diferencia en la frecuencia habitual del parpadeo de una persona la que nos indique un posible incremento del estrés o de la ansiedad.

Bloquear la salida

Llevar la mano a la boca después de responder a una pregunta puede significar el intento inconsciente de bloquear la salida de lo que se acaba de decir. Racionalmente se decide mentir, pero el inconsciente intenta bloquear la mentira. Utilizar este gesto para afirmar que alguien está mintiendo puede ser apresurado, pero, sin duda, una mano tapando la cara revela que un sentimiento negativo está creciendo. También una persona que se encuentra en desacuerdo, que no comparte lo que oye o que piensa que le están mintiendo tiende a mover la mano a la boca mientras escucha.

Poner la mano sobre los ojos es otra manera de bloquear la información, por ejemplo, cuando se recibe una mala noticia. En este caso se bloquea la entrada. La misma reacción se produce con el cierre de los párpados: se está rechazando lo que se ha oído. Cuando escuchan un discurso aburrido, las personas tienden a cerrar los ojos, a pesar de no tener sueño, pero a sabiendas de que este comportamiento no pasará desapercibido, intentarán reemplazarlo con parpadeos particularmente lentos, que permiten mantener los ojos cerrados sin que se note.

El movimiento de las manos y de los brazos

Cuando las personas conversan, gesticulan con los brazos y con las manos de forma natural. Cómo y cuánto se gesticula varía de persona a persona.

Cuando alguien miente (independientemente de su lenguaje corporal basal), tiende a disminuir casi a cero los movimientos de manos y brazos.

Esto se debe a que, para no ser descubierta, la persona que miente tiene que ofrecer la menor información posible, y cuanto más son los gestos que se producen, mayor es la información divulgada y la probabilidad de ser descubiertos. Proporcionar énfasis a las palabras que acompañan a una mentira sería contraproducente y es difícil ayudarse con los gestos para describir una situación que sabemos que no es real. Además, cuando se miente, el cuerpo tiene la tendencia a retirarse en señal de defensa y seguridad y, a menudo, necesita gestos de autoconfortación para aliviar el estrés; por lo tanto, las manos estarán ocupadas en masajear o acariciar el cuello, las piernas o los brazos.

Finalmente, una persona acusada de mentir podría tener una reacción inesperada. Podría enfadarse más de lo esperado para enfatizar su decepción y para disipar las acusaciones, en este caso la gestualidad es probable que aumente. Pero, ojo, que ser acusados injustamente también puede causar un enfado violento.

Así que también en este caso será una gestualidad diferente de la norma la que nos comunique algún tipo de cambio. La señal es que, al variar los hábitos de su lenguaje corporal, el estado emocional de una persona está cambiando, la causa de este cambio podría encontrarse en una mentira que se acaba de decir o simplemente en la intensificación de una sensación negativa.

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