¿Cómo encuentra 'la intención correcta' el que sigue la vía mindfulness del 'guerrero atento'?
La claridad de nuestras intenciones hacia nuestras propias acciones para con nosotros mismos y para con los demás determinan en gran medida cómo nos sentimos y hacia dónde nos dirigimos.
William Van Gordon, Edo Shonin y Javier García Campayo, tres consagrados autores, nos invitan en El guerrero atento. Mindfulness para la vida cotidiana a descubrir la intención correcta que pasa por desprendernos de nuestras acciones meramente egoístas.
Algunas personas experimentan periodos en los que su nivel de energía es bajo, o en los que flaquea su motivación para seguir adelante. En momentos como esos, es bueno tomar distancia y recordar en qué consiste recorrer el sendero del guerrero atento.
Hemos decidido seguir este camino por algunas razones muy sencillas. Es probable que la razón más importante sea que hemos comprendido que seguir viviendo nuestra vida como si fuese una telenovela no nos conduce a ninguna parte. Antes de embarcarnos en el camino del guerrero atento, y mientras aún nos encontrábamos atrapados en nuestra telenovela personal, sentimos o comprendimos, quizá de manera intuitiva, que había una forma diferente de vivir. Empezamos a darnos cuenta de que es posible alcanzar un estado en el que no exista el sufrimiento.
Otra razón que puede inspirarnos a entrar en el camino del guerrero atento es percibir el sufrimiento ajeno y querer hacer algo al respecto. Son numerosas las personas, entre ellas muchas que siguen inmersas en sus propias telenovelas, que se sienten motivadas a dedicar parte de su tiempo a ayudar a reducir el sufrimiento en el mundo. Aunque, en muchos aspectos, esto sea muy loable, sin embargo, debemos ser conscientes de nuestra motivación.
¿Trabajamos para el beneficio de los demás o bien para sentirnos mejor con nosotros mismos?
Cuando nos comprometemos a ayudar a los demás sin haber trascendido nuestro ego, el bien que podemos hacer es muy limitado. Es poco probable que las personas inmersas en el sufrimiento (y que, por tanto, todavía tienen que trascender el ego) sean capaces de adoptar decisiones sabias en cuanto a lo que es mejor para el bienestar a largo plazo de otros. Mientras nuestro ego siga formando parte de la ecuación, es difícil que seamos completamente incondicionales cuando hacemos algo por otras personas, sino que siempre habrá algún tipo de interés personal implícito que determine a quiénes ayudamos y cuánto los ayudamos. La interferencia del ego tiende a actuar como una barrera, impidiendo que se produzca una verdadera interacción, de corazón a corazón, entre los seres humanos.
Por tanto, el guerrero atento entiende que, si de verdad quiere ayudar a otros, primero debe ayudarse a sí mismo. En todas las etapas de su viaje, incluso desde el mismo principio, puede brindar su ayuda y bondad a los demás.
Sin embargo, al entender la importancia que tiene tanto su propio camino como ayudar a la gente a experimentar una felicidad incondicional, y no temporal, el guerrero atento evita verse abrumado y consumido por el sufrimiento de otras personas.
Cuando abordamos las prácticas de meditación y mindfulness con la intención subyacente de contribuir a que nosotros mismos y los demás superemos de manera permanente el sufrimiento, nuestras razones para recorrer el camino del guerrero atento son claras y sencillas. Si nos sentimos confundidos acerca de lo que hacemos y de por qué lo hacemos, podemos tomar distancia, efectuar algunas respiraciones conscientes y recordar nuestra intención original. Cuando nos tomamos el tiempo necesario para afianzarnos a nosotros mismos de esta manera, la vida y la práctica espiritual se vuelven de nuevo simples y directas. Recordamos que nacemos, vivimos durante un breve periodo y luego morimos. Al evocar esta sencilla verdad, también recordamos que hemos elegido valerosamente dedicar nuestro tiempo restante en este mundo a ayudarnos a nosotros mismos y a otros a crecer en sabiduría espiritual.
Cuanto más nos familiaricemos con esta intención subyacente de progresar (y ayudar a otros a progresar) espiritualmente, más impregnará nuestro ser. A la larga, llegará un momento en que esta intención se tornará tan clara que ya no hará falta siquiera que pensemos en ella. Se transformará en parte de lo que somos y, sin reparar conscientemente en ello, cada uno de nuestros pensamientos, palabras y acciones se impregnará de consciencia espiritual, dulzura y bondad amorosa. Todo lo que hagamos se tornará significativo porque procederá de la «intención correcta» en el centro de nuestro ser.
A esas alturas en el camino del guerrero atento, habremos aprendido a «llevar nuestro cojín de meditación» con nosotros en todo momento. Hasta cierto punto, la consciencia espiritual se volverá autosuficiente. Cuando esto suceda, no existirá el remordimiento, porque todas las opciones y acciones serán correctas. Aunque todavía necesitemos aquilatar más experiencia en el arte de canalizar la consciencia espiritual para que beneficie realmente a los seres, a todos los efectos y propósitos todas nuestras acciones serán fundamentalmente positivas.
La libertad, el profundo sentido de satisfacción y la energía espiritual que se derivan del cultivo de la «intención correcta» es lo que intentamos expresar en el siguiente poema que escribimos, titulado «El vástago de la primavera»[1]:
Nutrido por la naturaleza,
en ella habito con un corazón satisfecho
y sin nadie a quien decírselo.
Heredero del aire,
floto por encima de las nubes.
Hay tanta libertad, tanto gozo
más allá de prisas y multitudes.
Soy hijo del sol
brillando con pura luz.
Soy alegría sin fin
que ilumina la noche.
Vástago de la primavera,
vivo y consciente, transmito la ley
sin miedo ni preocupación.
Notas:
[1]: "El vástago de la primavera" es un poema publicado cuya referencia completa es la siguiente. Shonin, E. The Offspring of Spring; en Candlelit Thoughts—Collection of Poetry. Peterborough: Forward Poetry, 2014.