La leyenda del anciano que movía montañas: un chéng yǔ para las personas que no se rinden ante las adversidades
“Anciano que mueve montañas” (yú gōng yí shān 愚公移 山) es uno de los chéng yǔ que María Eugenia Manrique comparte en su libro Sabiduría de la antigua China. Proverbios, cuentos y leyendas del chéng yǔ. Una historia con origen en el taoísmo filosófico y que explica la leyenda de un hombre mayor que logró su propósito gracias a su tenacidad y a pesar de lo que pensaban los demás.
La historia de esta frase se encuentra en el Liè zĭ, considerado por algunos autores como el más práctico de los textos clásicos del taoísmo filosófico, inscrito en la biblioteca imperial bajo el nombre del Tratado de la perfecta vacuidad.
Las anécdotas y leyendas descritas en el Liè zĭ se remontan a la época del Emperador Amarillo, quien reinó en el tercer milenio antes de nuestra era. Uno de los personajes más importantes de la historia y mitología china, considerado por muchos como el primero de los cinco emperadores a quienes se les atribuye la creación de la civilización china.
Según la antigua leyenda, existió un venerable anciano de noventa años llamado Yú Gōng que vivía al sur del río Hàn, entre dos grandes montañas que representaban una barrera. Los caminos abruptos entre las montañas le hacían muy difícil tanto salir como regresar a casa, haciéndole padecer.
Un día en que desesperado buscaba una solución, pensó que si trasladaba varias piedras cada día lograría mover las montañas y liberar los caminos. Al enterarse de su decisión los vecinos comenzaron a reírse del anciano, comentando que era una tontería someterse a tal esfuerzo, pensaban que no era consciente de sus limitaciones. Uno de sus más allegados se atrevió a decirle lo que todos pensaban, asegurándole que era demasiado viejo para mover ni una pequeña colina. Al escucharlo, el anciano le respondió: «No estoy solo, tengo hijos, mis hijos tienen hijos y mi familia crece, mientras que la montaña es una sola y no crecerá más».
En poco tiempo, el anciano logró reunir a muchas personas de su familia, todos dispuestos a ayudarle. Al verlos, mucha gente del pueblo se unió a ellos y trabajaron todos de invierno a verano; lentamente pero sin descanso, cincelaron y transportaron piedra tras piedra hasta el mar del Este de la mitología china.
El emperador del cielo, impresionado al ver la férrea voluntad y la tenacidad del anciano, envió a dos de los inmortales a mover las montañas a lugares distantes. Se dice que desde aquel momento, ya no hay grandes montañas desde el sur de Jì zhōu hasta al sur del río Hàn.
Cuando se dice «Anciano que mueve montañas», se hace referencia a esas personas que gracias a una firme voluntad no se rinden ante las adversidades y perseveran hasta alcanzar sus objetivos.