Lev Tolstói: El escritor de «Guerra y paz» fue un acérrimo defensor del vegetarianismo

Sin duda, Lev Tolstói ha pasado a la historia por ser uno de los mayores novelistas rusos de la historia de la literatura. En especial por Guerra y paz, considerada su obra cumbre. Además, su influencia en la literatura ha sido y sigue siendo plausible.

Su faceta como defensor del vegetarianismo, en cambio, no es tan conocida. Como buen cristiano, profundamente preocupado por analizar la moralidad de los seres humanos, Tolstói escribió sus reflexiones sobre la importancia de dejar de comer carne para emprender una vida con sentido moral en El primer peldaño.

Como no somos avestruces, no podemos convencernos de que, si no miramos, no sucede aquello que no queremos ver. Sobre todo cuando «lo que no queremos ver» es lo que nos comemos. Y lo crucial es que... ¡si al menos fuera imprescindible! Admitámoslo: no lo es. Pero, ¿sirve de algo? No, de nada[1]. Tan solo para fomentar la brutalidad, reforzar el deseo, el desenfreno y la ebriedad en el ser humano.

Esto queda confirmado continuamente por el hecho de que las personas jóvenes, buenas y puras, especialmente las mujeres y las muchachas, sienten —sin saber que una cosa emana de otra— que la virtud es incompatible con el bistec, y en cuanto desean ser buenas personas, dejan de comer carne.

Lev Tolstói con sus nietos, que adoraban al abuelo por las historias que solía contarles. 

¿Qué quiero decir con esto? ¿Que para que una persona sea moral debe dejar de comer carne? En absoluto. Lo único que quiero decir es que para llevar una vida moral es imprescindible un orden determinado de acciones morales; que si una persona pretende llevar una vida moral y en serio, inevitablemente, deberá seguir un orden determinado. Asimismo, y en este orden, la primera virtud sobre la que deberá trabajar será la abstinencia, es decir, el autocontrol. Y para lograrlo, también necesitará seguir un orden determinado, empezando por la abstención en el ámbito de la alimentación: el ayuno.

«Si la persona desea seria y sinceramente llevar una vida moral, lo primero de lo que se abstendrá es de comer animales, porque —ya sin entrar en cómo esta alimentación excita las pasiones— su uso es directamente inmoral: exige el asesinato y es un acto contrario a nuestra moralidad que nace solo de la avidez y del deseo de glotonería.»

—Lev Tolstói

El motivo por el que al hablar del ayuno y de la vida moral lo primero sea abstenerse de comer animales ha sido expresado perfectamente, y no por una sola persona, sino por la humanidad entera a través de sus mejores representantes durante toda la vida consciente de la propia humanidad. «Pero ¿por qué, si la humanidad sabe hace tanto tiempo que es ilegítimo —es decir, inmoral— alimentarse de animales, hasta hoy en día la gente no ha llegado a ser consciente de esta ley?», preguntará quien se guíe no tanto por su propio raciocinio como por la opinión pública. La respuesta a esta pregunta está en que:

«Todo avance moral de la humanidad —que constituye la base de cualquier avance— es lento por definición; pero no es casual que lo que caracterice a este movimiento sea que es imparable, y cada vez se acelera más.»

—Lev Tolstói

Así es el avance del vegetarianismo. Este avance está expresado en el pensamiento de lo que se ha escrito sobre esta cuestión, y en la vida misma de la humanidad que, inconscientemente, pasa poco a poco de la dieta carnívora a la vegetariana; y, conscientemente, en la característica fuerza del movimiento vegetariano, que está tomando unas dimensiones cada vez mayores.

En la última década, este movimiento no ha dejado de acelerarse: cada año aparecen más libros y revistas sobre esta materia; cada vez puedes encontrarte con más personas que rechazan alimentarse de animales y, en el extranjero –sobre todo en Alemania, Inglaterra y América– cada vez aumenta más el número de hoteles y restaurantes vegetarianos.

Este movimiento debe ser un motivo de especial alegría para aquellas personas que aspiran a que se establezca «el Reino de Dios» en la tierra, no porque el vegetarianismo en sí sea un paso importante hacia este reino (los auténticos pasos son tanto importantes como triviales), sino porque sirve como señal de que la aspiración de perfeccionamiento moral, de la persona que lo practica, es seria y sincera, ya que está siguiendo el orden invariable necesario, que empieza por el primer peldaño.

Uno no puede dejar de alegrarse por todo ello; del mismo modo que se alegran unas personas que desean llegar a lo alto de una casa, y tras intentar trepar en vano y sin orden por todas las paredes, finalmente ponen el pie sobre el primer peldaño de la escalera, y se agolpan junto a este, pues saben que no existe ningún otro camino para llegar arriba si no es a partir de este primer peldaño de la escalera.

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Notas

[1]. Aquellos que duden de esto, que lean los numerosos libros escritos por científicos y médicos sobre esta materia, en los que se demuestra que la carne no es necesaria para la alimentación humana. Y que no escuchen a aquellos médicos anticuados que defienden la necesidad de alimentarse con carne solo porque esto es lo han afirmado desde siempre sus antecesores y ellos mismos; lo defienden con obstinación, malevolencia, del mismo modo que defienden siempre todo lo viejo y caduco. (N. del A.)

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