Un ejercicio del maestro budista Dzogchen Ponlop para aprender a escuchar con el corazón (y no solo con los oídos)

El arte de la conversación se ha convertido en un bien escaso y el maestro budista Dzogchen Ponlop Rinpoché nos invita, en su libro Rescate emocional, a recuperarlo a través de ejercicios sencillos y originales.

Dzogchen Ponlop Rinpoché. fotografía : Meryl Schenker/Seattle.

La comunicación es más que las palabras que usamos para transmitir información. Conlleva la energía que se expresa en nuestras emociones. Cuando hablamos unos con otros, la información que intercambiamos es solo parte de la conversación. Nuestros sentimientos acerca de esa información se encuentran en otra parte; nuestras acciones sí hablan, en realidad, más alto que las palabras. Así que:

«Cuando escuchamos solo con nuestros oídos, y no con el corazón, pasamos por alto aspectos cruciales de lo que se nos está comunicando.»

—Dzogchen Ponlop Rinpoché

El siguiente ejercicio tiene como propósito intensificar el contraste entre la actividad con atención y la actividad sin ella. Ser gentiles con nosotros mismos cuando advertimos los momentos en que hemos sido olvidadizos puede convertirse en un recordatorio poderoso. Siempre hay una próxima vez. Siempre hay un camino hacia adelante. En nuestra vida cotidiana, si podemos empezar a ver el contraste entre nuestra actividad con atención y sin ella, así como la diferencia que esto supone en nosotros, podremos empezar a advertir cambios positivos en nuestras relaciones: mayor confianza, aprecio y armonía.

Ejercicio para dos personas

En el siguiente ejercicio, tú y tu compañero exploraréis el proceso de hablar y escuchar, dándole especial importancia a la escucha. Cada uno tendrá un turno para hablar y un turno para escuchar. Así que los dos tendréis la oportunidad de experimentar ambos papeles. Se describen primero los papeles y después damos las instrucciones específicas para el ejercicio.

Quien escucha...

Tu práctica en este rol consiste en escuchar plenamente a tu compañero mientras prestas atención a tus sentimientos. Nota tus reacciones ante lo que estás escuchando. Con frecuencia, cuando estamos en una conversación con alguien más, sentimos la necesidad de intervenir y decir algo de inmediato. Nos quedamos inmersos en nuestro deseo de responder, de contestar o de arreglar un problema. Este deseo nos tapa los oídos y ya no podemos escuchar lo que nuestro amigo está diciendo.

Así que solo escucha y mantente abierto. En esta apertura, si notas que te estás poniendo emocional, solo aplica la práctica de «el hueco de atención». Eso te ayudará a quedarte quieto y abstenerte de cualquier impulso de responder a lo que tu compañero está explicando. Sigue observando el flujo de tus pensamientos y sentimientos –pacientemente– sin intentar cambiarlos. Entonces suéltate y descansa en la experiencia de escuchar.

Al principio, esta práctica puede parecer difícil e incómoda. Si te sientes así, tómalo como una buena señal de que, en realidad, estás haciendo el ejercicio. A medida que te acostumbras a escuchar de esta manera, tu presencia se vuelve verdaderamente útil y alentadora para los demás. Poco a poco, puedes ampliar estas habilidades de escucha para incluir respuestas atentas. El propósito de este ejercicio, sin embargo, es experimentar la escucha en sí misma.

Quien habla...

Tu práctica en este rol es dedicar la atención plena a tu discurso. Habla con intención y sé tan claro como puedas. Cuando te sientas incómodo o inseguro sobre qué decir, da cabida al silencio, en lugar de seguir hablando. Presta atención a los pensamientos y sentimientos que te surgen cuando hablas, sin que tu compañero te dé retroalimentación verbal. A medida que aparezcan dichos sentimientos haz una pausa, simplemente reconócelos –ya sea en voz alta o en silencio– y continúa.

Ambos: quien habla y quien escucha

Este ejercicio intensificará la conciencia de tus hábitos de comunicación, y podría sorprenderte. En general, nuestros hábitos de habla no nos son tan obvios. Cuando estamos hablando con un amigo, por ejemplo, a menudo estamos resueltos a hacernos entender y estamos menos enfocados en el mensaje que nuestro amigo quiere transmitirnos a nosotros.

«A medida que somos cuidadosamente atentos, cuando escuchamos y cuando hablamos, podemos ver claramente si estamos yendo más allá de nuestro propio interés o nuestra propia gratificación.»

—Dzogchen Ponlop Rinpoché

Ahora estás listo para empezar...

Elige un compañero y acuerda con él un momento conveniente para hacer esta práctica:

1. Encontrad un lugar donde podáis sentaros uno frente al otro, a una distancia cómoda entre ambos (aproximadamente, el ancho de una mesa).

2. Acordad quién será el que hable y quién será el que escuche en la primera parte del ejercicio. En la siguiente ronda, se invertirán los papeles.

3. Juntos, reflexionad unos minutos sobre la gentileza y la compasión. Estableced una intención mutua de ceñiros a estas cualidades a lo largo del ejercicio.

4. Quien habla: escoge un tema personal y actual alrededor del cual hayas estado experimentando una carga emocional ligera. Inicialmente, elige algo con lo que puedas trabajar y que no sea profundamente doloroso. Quizá alguna experiencia en el trabajo durante la semana o una noticia que te haya llamado la atención.

5. Quien escucha: solo escucha a quien habla. No ofrezcas retroalimentación. Si aflora cualquier perturbación emocional, practica el «hueco de atención»: reconoce el sentimiento mientras dejas de lado la historia, el juicio o cualquier otro impulso. Trata de permanecer en contacto con la experiencia directa del sentimiento. Permanece atento y con el corazón abierto hacia quien habla, tanto como te sea posible.

6. El que habla tendrá cuatro minutos para hablar. (Es útil usar una alarma o un temporizador.) Esta es una oportunidad para que el que habla solo hable. El compañero escucha, pero no responde. Debes estar pendiente de tu experiencia mental y emocional mientras hablas. Advierte cómo las cualidades del «habla» se extienden más allá de las palabras, y recuerda practicar el hueco de atención en respuesta al surgimiento de sentimientos.

7. Invierte los papeles durante cuatro minutos más. El que antes hablaba ahora escucha, y viceversa.

Reflexiona sobre ello

Escribe durante diez minutos en respuesta a una o más de las siguientes preguntas. Puedes volver más tarde a las preguntas que no contestaste.

• Describe la experiencia de escuchar sin responder. ¿Qué aprendiste?

• Describe la experiencia de hablar sin recibir retroalimentación verbal.

• ¿Cuándo fue más accesible la gentileza? ¿Cuándo fue menos accesible? Explora, por ejemplo, cualquier sentimiento de juicio, negatividad o miedo.

• Describe un momento sobresaliente (cuando se indujo tu juicio o tu miedo, cuando te fue más difícil prestar atención...).

• ¿Cuál fue la parte más agradable del ejercicio?

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